La proximidad de la Navidad y el episodio de la final del campeonato ecuatoriano de fútbol me impulsaron a leer el capítulo del Génesis sobre la muerte de Abel a manos de su hermano Caín, ambos hijos de Adán y Eva. Según el relato bíblico, estos hermanos presentaron sus sacrificios a Dios en sus respectivos altares; al verlos, Dios prefirió la ofrenda de Abel (las primicias y la grasa de sus ovejas) a la de Caín (dones de los frutos del campo),​ quien enloqueció de celos y mató a su hermano.