Al pretencioso periodismo del deporte de hoy (especialmente el de TV y radio, menos unos pocos, obviamente), lleno de figuritas de farándula con facha de gabinete barato, de presuntos sabios de estrategias que los lleva a creerse directores técnicos antes que analistas de lo que ocurre dentro y fuera de las canchas; de copiadores de términos y acentos rioplatenses; de magos de una charlatanería tacticista que emborracha y ayunos de cultura general y deportiva, vale recordarle que antes, mucho antes, nuestra profesión se nutrió de caballeros de hondo espíritu cívico, de intelectuales de cultura universitaria que, igual que en el deporte, brillaron en sus profesiones, al punto que fueron y siguen siendo un orgullo del Guayaquil de siempre.