En un ambiente desolador, con el gigante estadio Atahualpa a sus espaldas y unos dos hinchas de Barcelona que caminan sin rumbo fijo, doña Lilia Esmeralda Bocancho ordena las camisetas del equipo torero, y lamenta el haber vendido solo una prenda de vestir la tarde de este sábado. No ha sacado ni para la merienda.