Cada vez que Hungría sacudía la red, sacudía también el corazón de los salvadoreños, el alma cuscatleca, hendía su orgullo hasta aplastarlo. Y fueron dos, tres, seis, hasta a llegar a diez… Hungría 10, El Salvador 1. ¡Recibir diez goles nada menos que en el debut del Mundial, al que se llegó con tanta ilusión…! Terrible. Es la mayor goleada de la historia de los Mundiales. Y el único resultado de dos dígitos. Tan cruel que ni dio para sonreír al ganador. Cuando pasan estas cosas, hasta el vencedor queda apesadumbrado, con remordimiento de conciencia. La historia se escribe con los que ganan, reza el criterio general. Este fue un caso al revés. Perder 10-1 el día del estreno es una catástrofe. Sobre todo, para un equipo que venía precedido de una Eliminatoria impecable. ¿Qué pasó…? Aún hoy, 36 años después, se siguen repartiendo culpas.