El testigo estrella de la fiscalía estadounidense en el escándalo de corrupción de la FIFA admitió el jueves que intentó utilizar sus contactos con el gobierno argentino y la dirigencia del fútbol para gestionar una reunión entre un ejecutivo de televisión y la expresidenta Cristina Fernández, dos días después de asegurar que pagó millonarios sobornos a dos funcionarios de esa administración.