El 7 de marzo de 2016 María Sharapova se subió a un atril en una sala de un hotel de Londres para contar que había dado positivo en un test de dopaje después del Open de Australia por consumir Meldonium, un medicamento que tomaba desde hacía 10 años por recomendación del doctor Skalny, un médico de Moscú al que su padre la había llevado en los inicios de su carrera.