Ricardo Vasconcellos R.
rvasco42@hotmail.com

Esta columna es una reparación al ya acostumbrado olvido de los dirigentes de clubes, de la Asociación de Fútbol del Guayas y de la Federación Ecuatoriana de Fútbol.

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Hubo una época de la historia del balompié guayaquileño en que los cracks surgían a montones de aquellos semilleros hoy desaparecidos: las ligas de novatos, los certámenes de ascenso y de reserva, la Federación Deportiva del Guayas, los barrios. No existe una vieja barriada porteña que no pueda exhibir una lista de estrellas nacidas en sus calles o en los descampados cercanos.

Uno de los equipos más famosos a inicios de los años 50 fue el Inglaterra, que fundara don Toribio Espinosa de los Monteros. Allí se concentraron grandes peloteros callejeros: Pablo Ansaldo, Eduardo Niche Salcedo, Miguel Acosta, Marcos Chino Noé, Adulfo Patita Estrella, Gonzalo Chalo Salcedo y Clímaco Cañarte, entre otros nombres que se escabullen de la memoria.

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El interior derecho del Inglaterra era un morenito flaco que descosía la esférica de tanto hacerla rebotar en el cuerpo y de fabricar paredes, túneles y pases gol. Era Jaime Galarza Delgado, Carmelo para sus compañeros de deporte y para los que tuvimos la fortuna de ser sus amigos.

Norteamérica, cuando ya era “El que jamás tembló”, se fijó en él y lo llevó primero a sus filas juveniles en 1952. Un año más tarde ya se sentaba en el banco de suplentes. Hasta que llegó el día soñado: el 23 de diciembre de 1953 Norte enfrentó a Panamá haciendo el preliminar de Barcelona-Millonarios de Bogotá.

El público se fijó enseguida en él por la calidad de su juego y porque hizo el gol para la victoria de los nortinos 2-1. En 1954 siguió jugando de interior derecho junto con Víctor Arteaga, Marcial Astudillo, Felipe Leyton y Raúl Pío de la Torre. El 25 de septiembre pasó a la línea media con Rigoberto Reyes y le tocó banquear a Héctor Macías, titular desde el gran año de Norte, 1952, en que quedó campeón. En 1955, Patria lo solicitó como refuerzo el 1 de diciembre en la noche en que El Decano venció al Municipal de Lima. Fue la primera vez que se juntó con César Veinte Mil Solórzano, con quien jugó también por la Selección del Guayas el 4 de diciembre en Quito, ante Alianza Lima, cuya delantera era la misma del combinado nacional peruano: Barbadillo, Castillo, Valeriano López, Vides Mosquera y Óscar Gómez Sánchez.

Aquel 1955 Carmelo fue elegido por la Asociación de Fútbol del Guayas como el mejor futbolista de Guayaquil. Patria lo conquistó para su divisa en 1956 y reforzó a Emelec, otra vez con Solórzano, en la goleada 4-1 a Bon Sucesso, de Brasil, el 23 de mayo en el Capwell. Fausto Montalván, excapitán del Barcelona de la idolatría, fue su compañero en la línea media de Patria durante todo 1956. El 18 de enero de 1957 reforzó a Barcelona haciendo pareja otra vez con Solórzano y contribuyendo a la victoria 4-3 ante el afamado Independiente de Avellaneda, que llegó con Julio Cozzi, José Puchero Varacka, Michelli, Cecconato, Bonelli y Cruz.

En el Sudamericano de Lima de ese año, Carmelo Galarza debutó en canchas extranjeras el 10 de marzo ante Perú, cuando perdimos 2-1 por un penal y un gol en contra, con descuento de Enrique Pajarito Cantos. Esa noche, Alfredo Bonnard detuvo un penal al hasta entonces infalible y legendario jugador peruano Alberto Terry.

La temporada que más se recuerda en la carrera de Jaime Galarza fue la 1958. Patria fue campeón invicto igualando la campaña de Río Guayas (1951) y Carmelo integró una recordada línea media con el argentino Oswaldo Fortunato Sierra. Patria repitió en 1959 el título con la dirección técnica de Fausto Montalván y Galarza formó otra pareja memorable con José Merizalde. Con Rómulo Gómez hizo también una mancuerna en la Selección ecuatoriana en 1959 y 1960.

Pasó en 1962 a 9 de Octubre, donde se juntó primero con Isidro Velasco y más tarde con Raúl Montero, uno de sus compañeros ideales en eso de patrullar el medio campo, defender y crear excelente juego. Cuando se retiró, dejó una marca indeleble por calidad, temperamento y gran honestidad deportiva.

Había visto jugar en toda su carrera a Carmelo Galarza hasta que un mediodía, de hace casi 50 años, en que Mario Saeteros y el Cordovez Carrillo me lo presentaron en el barrio de La Concordia. Forjamos una gran amistad que ha durado hasta su fallecimiento, hace una semana. Lo hemos recordado junto con Wacho River Rivadeneira y Luis Cachito Ramírez, con quienes compartimos muchos años con ese crack irrepetible y ejemplo de amistad que acaban de dejar “en la ciudad blanca de la que no se vuelve”.

Esta columna es un adiós a quien nos hizo vivir instantes de suprema emoción; también una reparación al ya acostumbrado olvido de los dirigentes de los clubes a los que brindó su calidad y su entrega sin reservas, de la Asociación de Fútbol del Guayas y de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, cuyas camisetas representó sin retribución. Casi siempre pecan, por ignorancia o desprecio, hacia los que hicieron la historia que hoy los tiene en sus cómodos sillones. Otras veces porque les duele meter la mano al bolsillo para pagar un acuerdo en la prensa o una ofrenda floral.

Total, no importa. Jaime Carmelo Galarza va a vivir en la memoria popular cuando ya nadie se acuerde de estos “dirigentes”.

Jaime Carmelo Galarza, exjugador de Norte, 9 de Octubre y Patria, va a vivir en la memoria popular cuando ya nadie se acuerde de estos “dirigentes”.