Mercy (no quiso dar su apellido) está embarazada. Tiene 43 años. En diciembre del año pasado su ginecólogo, Pedro Valdivieso, le propuso someterse a la técnica INVO o Invocell, un tratamiento de reproducción asistida alterno a la fecundación in vitro convencional.
La particularidad de este procedimiento es que la mujer se convierte en una incubadora humana que fecunda sus óvulos y los gametos (espermatozoides) de su pareja dentro de la vagina.
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Esto sucede luego del siguiente proceso: primero se aspiran los óvulos de la mujer. Luego, a través de un espermiograma, se seleccionan los mejores espermatozoides de la pareja. Al juntarlos, se los aloja en la microcámara que tiene la cápsula Invocell. Después, se cierra el dispositivo, se lo introduce en la vagina de la mujer y se lo sostiene con una especie de diafragma para que permanezca ahí entre tres y cinco días.
Al cumplirse este periodo de incubación el Invocell es removido. “En un microscopio se identifican los embriones (que se forman por la unión de los óvulos y gametos), se escogen los dos mejores (los restantes se los congelan y se los mantienen en un banco de embriones) y los transfieren al útero de la paciente”, explica Valdivieso, quien es el jefe del Departamento de Ginecología y Obstetricia del Hospital Alcívar.
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Normalmente, este proceso ocurre dentro de una incubadora, de ahí la diferencia a los métodos de reproducción asistida convencionales.
Pese a que el Invocell no es nuevo en el mundo –su estudio y diseño comenzó en Francia hace 20 años–, en Guayaquil la Unidad de Fertilidad de Valdivieso –que empezó con este procedimiento el año pasado– es la única que lo realiza, según asegura.
Este especialista ha logrado que diez mujeres se embaracen a través de este método, incluyendo a Mercy.
Después de catorce días del proceso de fertilización asistida, se realiza una prueba de embarazo y examen de sangre. “La hacemos aquí para estar en contacto con la paciente en un momento tan importante como decirle si está o no embarazada”.
“La ventaja es que la paciente se siente copartícipe del proceso”, dice Valdivieso, y agrega que la efectividad del procedimiento dependerá de la edad de la paciente y la calidad espermática de su pareja.