A ratos sonríe, cuando recuerda algunas de las anécdotas que vivió con el Solitario George. Pero solo son instantes, pues la consternación es más fuerte y Fausto Llerena casi se quiebra al hablar de la muerte de la famosa tortuga de Galápagos, acaecida el pasado domingo. Fue él, cuando ingresó, como todos los días, al corral de George a las 08:30 que lo halló muerto.