Es la segunda potencia económica del mundo. Por ahora. Es superada solo por Estados Unidos, pero ¬según las proyecciones más optimistas y estudios de organismos multilaterales¬ será la primera en los siguientes diez o veinte años. Tal vez menos. Ya relegó a Japón a un tercer lugar y sus pasos apuntan a desbancar al líder. La potencia es China.
El país que alberga a la quinta parte de la población mundial ¬más de 1.338 millones de personas¬ es considerado “la fábrica del mundo” por la casi infinita cantidad de productos que abastece a la mayoría de naciones. Pero ahora también llega a ellas en forma de inversiones, de créditos, de alianzas estratégicas...
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La inversión china en el extranjero era casi inexistente hasta hace una década, pero su presencia en África y América Latina ha llevado a analistas a hablar de un “nuevo imperialismo”: el imperialismo chino.
En el libro La silenciosa conquista de China (Editorial Crítica, 2011), de los españoles Juan Pablo Cardenal y Heriberto Araujo, se establece que este país requiere crecer al menos 8% para mantener su estabilidad social, por lo que le urge garantizar provisión de materias primas.
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Para ello, sus bancos de desarrollo prestan dinero de forma casi ilimitada y sus empresas construyen. Según la publicación, entre 2005 y junio del 2011 China ha invertido $ 378.500 millones en todo el mundo, de los cuales $ 266.700 millones han ido a países en desarrollo.
Ecuador es uno de ellos. Está entre los cinco países de América Latina que mayor inversión y financiamiento ha recibido de China en los últimos cinco años, es decir, en el gobierno de Rafael Correa. Así lo afirma Peng Tao, consejera económica y comercial de la Embajada de China.
En los últimos diez años, el volumen de capitales chinos que han ingresado al país ¬a través de inversiones y líneas de financiamiento¬ bordea los $ 10.300 millones, según cifras de la Embajada, el Ministerio de Finanzas y la Corporación de Estudios para el Desarrollo (Cordes).
Este monto podría duplicarse cuando se firmen al menos dos créditos adicionales, aún en negociación, y cuando se desembolsen otras inversiones, sobre todo en sectores estratégicos para el país: minería y petróleo.
La historia de las relaciones comerciales y económicas entre ambas naciones empezó antes de que la diplomacia enlazara de manera oficial a sus gobiernos. ¿El instrumento? Un tratado de comercio firmado en 1975. Cinco años después arrancaron las relaciones diplomáticas con la apertura de sus embajadas.
Las primeras inversiones en el país ¬privadas y gubernamentales¬ fueron mínimas, pero empezaron a aumentar levemente desde el 2001, a través de empresas relacionadas con petróleo y telecomunicaciones, como Huawei Technologies Co. Ltd., Sinopec y ZTE Corporation.
Según datos de la Superintendencia de Compañías y el Servicio de Rentas Internas (SRI), Huawei (privada) se constituyó el 20 de agosto del 2002 con un capital suscrito de $ 1’000.000. Con $ 2.000, en cambio, se constituyeron: ZTE Corporation (de capital público), el 28 de agosto del 2002, y Sinopec, el 11 de diciembre de ese mismo año.
Esta última es estatal y, al momento, tiene el 45% de participación accionaria en Andes Petroleum. En el 2006 se dan inversiones más significativas con el grupo Andes Petroleum, uno de los mayores inversionistas extranjeros en Ecuador. Sus accionistas son las petroleras estatales China National Petroleum Corporation y China Petrochemical Corporation (Sinopec).
Tao estima que, entre sucursales y oficinas, al menos 50 empresas chinas operan en Ecuador. La inversión directa, sin embargo, suma apenas $ 110 millones desde el 2001 hasta fines del 2011, según cifras del Ministerio de Comercio de China.
A estas inversiones, añade Tao, se suman $ 3.000 millones en el mismo periodo, pero provienen de China a través de las Islas Vírgenes o de otros países que no tienen aranceles. No llegan directamente desde China.
En el 2009 se registra un punto de inflexión por el ascenso en el ingreso de capitales chinos por financiamiento o créditos, la otra fuente de ingreso del dinero asiático (ver gráfico). Según la Carta Económica de Cordes, de julio del 2011, la declaración de moratoria de una parte de la deuda externa ecuatoriana le impidió al país el acceso a mercados internacionales.
Por ello ¬para financiar el plan anual de inversiones, proyectos hidroeléctricos y el déficit fiscal¬ se acudió a una banca que exigía a cambio altas tasas de interés, garantías con recursos naturales y contratos con sus empresas. En dos años, entre julio del 2009 y julio del 2011, los préstamos concedidos por instituciones financieras chinas a Ecuador sumaron $ 7.253 millones, según Cordes.
El primero, el de julio del 2009, incluyó un desembolso de $ 1.000 millones a cambio de la venta anticipada de crudo (ocho cargamentos mensuales de 360 mil barriles cada uno). El plazo fue de dos años y el interés de 7,25%. Con el Eximbank se suscribió un crédito por $ 1.682 millones para la construcción de la planta hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, con un interés de casi 7% y un plazo de 15 años.
Para el plan de inversiones del Gobierno y proyectos petroleros, el Banco de Desarrollo de China dio un crédito de $ 1.000 millones en agosto del 2010 a cambio de una garantía de 36 mil barriles diarios de crudo, 6% de interés y cuatro años plazo.
El año pasado se firmaron tres créditos más. En febrero se renovó por dos años la venta anticipada de crudo con Petrochina, por $ 1.000 millones, para cubrir parte del presupuesto, con un interés del 7% y un plazo de dos años. En junio se anunció un préstamo por $ 2.000 millones más del Banco de Desarrollo de China, de los cuales el 70% se establece para proyectos hidroeléctricos y de riesgo y el 30% para libre disponibilidad, con una garantía de 130 millones de barriles de crudo por ocho años. Y en julio, el Eximbank se comprometió a financiar el 85% de la hidroeléctrica Sopladora con $ 571 millones.
Según Cordes, de una deuda externa de $ 10.680 millones, adquirida por este Gobierno en el periodo mencionado, las dos terceras partes fueron con China, a una tasa promedio del 6,75% y efectos colaterales sobre el crudo o la concesión de obras de infraestructura a favor de empresas del gigante asiático.
Una de las investigadoras de Cordes, Carolina Landín, señala a Coca Codo Sinclair como ejemplo de esta supuesta condición, porque el proyecto fue otorgado a Sinohydro Corporation, de China. Lo mismo ha ocurrido con otros dos proyectos: Sopladora fue entregado al China Gezhouba Group Corporation y Río Grande, a Tiesiju.
Este es un aspecto que, según Landín, se ha manejado con hermetismo en el Gobierno, pues no ha habido un proceso de licitación para estos proyectos.
El analista Jaime Carrera cree que estos préstamos onerosos esconden las malas políticas económicas del Gobierno, porque no hay mayor inversión directa: a China le interesa más entregar créditos porque significan más ganancias, mientras países como Ecuador se limitan a vender materias primas. “Somos los esclavos modernos”.
Según el exministro de Economía Fausto Ortiz, el saldo de la deuda con los financistas chinos es de alrededor de $ 2.500 millones, el 15% del total de deuda pública. Añade que, si bien las tasas de interés de los créditos chinos son superiores a los que se pueden conseguir en mercados internacionales, en el histórico del país hay deudas con tasas de hasta el 10%, como el caso de los bonos global 15.
Para el Ministerio de Finanzas, la contratación de deuda no significa una obligación de pago sino hasta el momento en que se hacen efectivos los desembolsos. En un análisis entregado a este Diario, el Ministerio señala que los contratos por $ 1.000 millones cada uno (con Petrochina a cambio de crudo) no son deuda pública, sino operaciones comerciales. Sin embargo, en estos se fijan tasas de interés.
Dice, además, que las deudas contratadas con el Eximbank y Banco de Desarrollo de China suman $ 5.254 millones hasta marzo. De eso, China ha desembolsado $ 2.834 millones y Ecuador ha cancelado $ 286 millones. Queda, entonces, un saldo por pagar de $ 2.548 millones, con lo cual la deuda con China “representa apenas el 17% del stock de deuda agregada pública, cifra que evidencia que no existe un alto grado de concentración de deuda en China...”, se refiere.
Peng Tao señala que desde el inicio de las relaciones diplomáticas su gobierno ha ofrecido 53 líneas de crédito al Ecuador, que se dividen en no reembolsables, sin interés y concesionales (con condiciones preferenciales).
Desde los años noventa, las donaciones y créditos de China con 0% de interés financian, entre otros, proyectos de alcantarillado, pequeñas hidroeléctricas, plantas de agua o compras de computadores. No se han firmado créditos concesionales, pese a que tienen una tasa de interés del 2% (en yuanes), pero hay solicitudes en análisis.
Las intenciones de seguir contrayendo deuda comercial con China se reactivaron en diciembre pasado, cuando Correa anunció negociaciones con el Banco de Desarrollo de China por $ 1.700 millones. Además, el 29 de febrero se suscribió una Carta de Intención para obtener financiamiento chino para la Refinería del Pacífico, con un costo estimado en $ 12.000 millones. De concretarse, el financiamiento comercial entregado a Ecuador desde el 2009 podría bordear los $ 21.000 millones.
Rafael Correa, en su enlace del 21 de abril anterior, afirmó que dejará de buscar financiamiento en China cuando Estados Unidos también deje de hacerlo.