Barcelona convocó a la fiesta, puso la presencia mayoritaría de sus hinchas, y en Ibarra le dio un sabor de alegría al feriado, pero el colista Imbabura hizo los goles y se llevó la victoria, ayer en el estadio Olímpico.
Fue un 3-1 contundente que ahoga las aspiraciones toreras de disputar un cupo para la repesca de la Copa Libertadores y es la tercera derrota canaria consecutiva. Si llegaron al escenario casi 7.000 personas, unas 6.5000 tenían camisetas amarillas. Y ellos hacían fuerza en las tribunas, aunque parecía que la energía de ese apoyo no llegaba a la cancha, donde los jugadores de Barcelona naufragaron.
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El cuadro del Astillero tuvo una mala fecha. Nada de lo programado salió bien. Fallaron en la mitad, en su defensa y sus contragolpes. Sus jugadores se perdieron demasiadas ocasiones de anotar. A momentos era el plantel que mandaba en la cancha, pero sin resultados.
Los goles imbabureños fueron obra de la buena fortuna, que también juega al fútbol. El primero fue un remate de Francisco Mera (22 minutos), luego de un contragolpe. La pelota se paseó en el área sin que ningún defensa despejara. Nada pudo hacer el portero Máximo Banguera para impedir la primera anotación ibarreña.
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El segundo tanto fue un cabezazo de Luis Congo (29m), luego de un centro y una falla del zaguero Pablo Saucedo. Y el tercer gol fue obra de Luis Luna (75m), con la complicidad de un defensa amarillo.
El único tanto de Barcelona lo hizo Iván Borghello (42m), quien aprovechó una excelente tejida desde la mitad de la cancha, para marcar con disparo colocado, pero ni el Imbabura creía que estaba superando tan ampliamente a los toreros.
Fallas amarillas
Queda en el recuerdo el error de Damián Díaz, quien solo ante el golero Jhovani Ibarra remató desviado, cuando el duelo recién comenzaba. Borghello se perdió otra chance más clara tras un pase de Hólger Matamoros. Además, un claro penal no fue marcado para Barcelona. En su desesperación, el defensa Mauricio Folleco metió la mano; el juez de línea Ángel Toala señaló la falta. Y cuando todo el estadio esperaba el penal, los jueces decretaron fuera de lugar de Borghello.
Al final la imagen de los hinchas toreros fue patética: cabeza gacha, mirada al piso y sentimiento de frustración.