“Me apuntó en la costilla y me obligó a que condujera, si no me mataba. Pocos metros más adelante se subieron dos tipos y me pasaron al asiento de atrás. Me iban aplastando la espalda y me golpeaban el cuerpo. Suplicaba que no me mataran, luego revisaron mis documentos y a eso de las 22:00 me dejaron abandonado en un lugar que desconocía y se llevaron mi auto”.

Es la narración de Héctor Coello, quien el pasado domingo creyó que iba a ser asesinado por tres ladrones que le hicieron secuestro express por casi diez horas. Su caso ocurrió después de que salió en su auto Chevrolet, plata, placa GLD-467, desde el km 12,5 de la vía a Daule. Cuando estaba parqueado, un sujeto lo apuntó con un arma de fuego y se subió al carro. Más adelante, otros dos antisociales se unieron al atraco.

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Hoy vive temeroso, en cualquier persona ve a un potencial agresor. Es el mismo miedo que, desde este año, invade a más de 480 personas que han sufrido este tipo de atracos en Guayaquil y que mantiene alerta a los ciudadanos que transitan. No solo a quienes toman un taxi, sino a los que conducen.

Son varias las modalidades que usan los delincuentes para realizar el secuestro express: interceptan a la víctima cuando aborda taxis o mientras conduce, sobre todo cuando detiene la marcha del vehículo porque el semáforo está en luz roja. También hay casos en los que los antisociales retienen a la persona tras verla retirar dinero del cajero y la obligan a subir al carro en el que delinquen.

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Según el Observatorio de Seguridad Ciudadana de Guayaquil (OSCG), el secuestro express es el delito que menos se ha reducido en la ciudad. Bajó en el 2% en relación con denuncias del 2010, cuando en los primeros ocho meses hubo 469 casos. Hoy son 459, pero en ocasiones las víctimas de un atraco fueron más de una, como el hecho que en junio afectó a una pareja de músicos, después de abordar un taxi amarillo en un sector de la avenida de las Américas, norte de Guayaquil.

“Pero hay que considerar que el 2010 fue terrible en cuanto a inseguridad”, comenta el coordinador del OSCG, Bernardo Ovalle. Refiere que hubo un crecimiento de hechos delictivos en Ecuador. En Guayaquil, por ejemplo ¬según los registros de la Policía Nacional¬, en el 2010 se receptaron 887 denuncias de secuestros express de los 896 reportados en todo el país; mientras que en el 2009 se conocieron 408 hechos de ese tipo de delito, de 436 que se registraron a nivel nacional.

Por lo que aún no se logra bajar ese delito que, según las indagaciones previas de la Policía Judicial basadas en la información de víctimas, se ha cometido más a bordo de taxis amarillos. Cifras del OSCG revelan que en el 50% de los 459 casos denunciados los primeros ocho meses del 2011 se utilizó ese tipo de vehículos; el 23% se hizo a bordo de taxis amigos y en el 27% intervino otro automotor.

George Mera, presidente de la Unión de Taxistas del Guayas, defiende a su gremio y sostiene que hay que “hacerle un llamado de atención a la institución (OSCG) que realiza esas estadísticas”. “Jamás se especifica si ha sido en taxis regularizados o piratas, porque aquí cualquiera puede pintar o forrar el carro (con vinil) de amarillo y salir a piratear. Al dar esa cifra se afecta el trabajo de los 12 mil compañeros taxistas que trabajamos honradamente en Guayaquil”, sostiene Mera.

Ovalle dice que el OSCG realiza todas las estadísticas basado en las denuncias que presentan las víctimas, en las que informan las características de los vehículos en los que se desarrolló el secuestro express.

El otro 27% de estos delitos, es decir 125 casos, fue cometido usando los propios carros de las víctimas, quienes ¬casi siempre¬ han sido abordadas cuando se detuvieron en semáforos por la luz roja. Como le sucedió a Elías Olvera Hidalgo, de 23 años, quien a las 04:40 del pasado 9 de agosto, mientras conducía su camioneta Datsun azul, placa MBP-169, hacia el mercado de Caraguay, fue abordado en la intersección de las avenidas Ernesto Albán y Domingo Comín, en el sur de Guayaquil. Lo atacaron tres sujetos que iban en un auto negro. Le robaron su carro y lo dejaron en ropa interior, atado a un árbol, en el km 20 vía a la costa.

Su caso fue uno de los pocos ocurridos en el sur de Guayaquil, pues la mayoría de hechos, según denuncias presentadas en la Fiscalía del Guayas, tiene como punto de partida los sectores céntrico, sobre todo desde la avenida 9 de Octubre y Las Peñas; y norte, desde fuera de centros comerciales, la avenida Francisco de Orellana y de Urdesa. Mientras que el abandono de las víctimas del delito, por lo general, se lo hace en las inmediaciones de las ciudadelas La Atarazana, Alborada, Sauces, Samanes y en Bastión Popular, en el norte; y Bellavista, en el oeste de la ciudad.

Aunque, en ocasiones, también son abandonadas en carreteras grandes, como las vías a la costa, Durán-Tambo o la que conduce al cantón Daule, como fue el caso de Héctor Coello, a quien dejaron tirado entre unos matorrales en un sitio, para él, desconocido. Cuando pidió auxilio se percató de que estaba en la población de Puente Lucía.

Consejos: A los ciudadanos
Tome vehículos conocidos; si acaso aborda un carro en la calle memorice la placa o si alguien lo acompaña a tomarlo pídale que la anote. Mire que cargue en un lugar visible las credenciales del dueño del automotor y del chofer; recuerde la cooperativa, aunque a veces son datos falsos.

Pídale al conductor que ponga seguros en las puertas y no lleve demasiado abiertos los vidrios de las ventanas. Además, esté alerta si el conductor hace llamadas o toma rutas que podrían evitarse para llegar a su destino.

Si conduce, siempre cambie las calles por las que va habitualmente su recorrido al trabajo, o viceversa. Prefiera zonas con buena iluminación y con bastante flujo de tránsito.

Acuerde con su familia un código reservado de comunicación que permita, por ejemplo, informar si acaso está siendo atacado sin despertar sospecha a los eventuales captores. Además servirá para que avisen a la policía.

Si los delincuentes le plantean “vamos a tu casa...”, evítelo. Ceder y llevar a los antisociales a su hogar traería consecuencias y más complicaciones para usted y su familia. Manténgalos en la calle y deles todo lo que le piden.

Trate de mantener al ladrón en la calle, es menos peligroso. Un sitio cerrado, como casa sola, galpón, etcétera, podría volver más riesgoso el ataque. En la calle tiene más posibilidad de que la gente se dé cuenta de que está en problemas. Es posible que se note el nerviosismo del ladrón.