Las ruinas incaicas figuran como laberinto de paredes de piedra en medio de un suelo irregular, de vegetación totalmente verde, donde la temperatura oscila entre 20 y 22 °C.

Son desconocidas para los habitantes de la parroquia Chugchilán, de este cantón, por su difícil acceso y porque a simple vista evocan una “ruma de piedras”, pero se trataría –según hipótesis de la investigadora Tamara Estupiñán Viteri– del sitio donde habría estado la momia de Atahualpa, considerado el último emperador inca.

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Al llegar al lugar, tras sortear en vehículo caminos estrechos de tierra, se debe caminar unos 10 minutos, atravesar un pequeño charco rellenado con maderos y escalar unas piedras enormes. Ahí se llega al sitio donde de la tierra emergen las ruinas arqueológicas.

El sitio incaico se denomina Malqui Machay, que en lengua quichua significa “sepultura del cuerpo del progenitor del ayllu”, según Estupiñán, ecuatoriana becaria del Instituto Francés de Estudios Andinos, quien descubrió las ruinas hace un año, tras investigaciones de una década sobre la presencia inca en el país.

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La zona ubicada en la hacienda Machay tiene una extensión aproximada de tres hectáreas.

“Se trata de unas ruinas que no corresponden a una fortaleza, tampoco son un palacio, son de carácter simbólico, en donde hay una plaza, el sitio donde se sentaba al inca, un baño; en los monumentos incas cuando existen canales subterráneos de agua estamos hablando de un sitio de carácter simbólico”, explicó la investigadora, quien el pasado viernes junto con autoridades seccionales y de patrimonio nacional hicieron un reconocimiento en la zona.

Según Estupiñán, constituye un monumento inca único, de características peculiares, que nunca había sido registrado.

Las ruinas arqueológicas disponen de un callejón de ingreso por el que se accede a varios aposentos rectangulares construidos con piedra cortada y pulida. El sitio está rodeado por acueductos y canales de agua.

“Los incas tenían la costumbre de no enterrar, sino de momificar a su líder; el que moría tenía sus seguidores que lo convertían en momia y lo tenían en sitios sagrados donde lo veneraban, y tenían poder a pesar de estar muertos”, precisó Fernando Mejía, arqueólogo y asesor del Instituto de Patrimonio Cultural (INPC).

“Con la muerte de Atahualpa, muy posiblemente este sea el sitio sagrado donde guardaron sus restos; no necesariamente se conserva, digamos que posiblemente estuvo”, agregó.

Mejía indicó que el trabajo inmediato será de socialización con la comunidad, así como de limpieza del descubrimiento.

500 años de antigüedad

Iván Castro, director regional del INPC, señaló que el sitio arqueológico es un lugar emblemático para recuperar la memoria histórica, pues tendría unos 500 años de antigüedad.

El funcionario añadió que se va a profundizar en el estudio con miras a que se lo incluya dentro del inventario de bienes arqueológicos, tarea que duraría unos seis meses.

Según Francisco Moncayo, administrador de la hacienda Machay, se corroboró la hipótesis de que los vestigios eran restos incas, cuando el arqueólogo Eduardo Almeida realizó excavaciones de prueba hace varios años.

Ordenanza

La Municipalidad de Sigchos se comprometió a expedir una ordenanza y los reglamentos respectivos que permitan proteger y valorar los restos arqueológicos hallados en la jurisdicción cotopaxense, que datan de la época incaica, según Estupiñán.

Pedido de patrimonio

La Prefectura de Cotopaxi, así como las autoridades seccionales del cantón Sigchos, han pedido la declaratoria de patrimonio cultural del Ecuador.