Con el deseo ferviente de que el Vaticano le levante la prohibición de regresar a Sucumbíos y que los católicos de esa provincia encuentren la reconciliación total, terminó ayer el ayuno voluntario que mantuvo monseñor Gonzalo López Marañón, durante 24 días.

Visiblemente cansado, pero con buen ánimo, el sacerdote, de 77 años, salió ayer pasadas las 15:00 de la carpa en la que estuvo ese tiempo, para saludar a los feligreses que llegaron hasta el parque de la Alameda, en el centro de Quito, y hablar de los motivos por los que decidió abandonar la medida.

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Según López Marañón habrían algunos indicios de que la situación pastoral en Sucumbíos, de donde fue obispo por 40 años, va a enderezarse por el camino justo y en beneficio de la paz de los ciudadanos de la provincia amazónica.

Unos de esos indicios es la visita que le hizo el miércoles pasado el delegado del Papa, monseñor Ángel Sánchez, quien se comprometió a seguir trabajando por la reconciliación de los fieles, algo que ya estaría dando frutos, dijo el religioso.

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Además, varios movimientos laicos de Sucumbíos se habrían comprometido con López Marañón para trabajar en favor del diálogo, a cambio de que deje el ayuno voluntario.

Mientras, el presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, Antonio Arregui; y el Arzobispo de Quito, Fausto Trávez, visitaron ayer a López Marañón y le expresaron su beneplácito por la decisión de dejar el ayuno.