“La lluvia que cae de vez en cuando no es suficiente porque el suelo está muy seco, el agua enseguida se filtra; la ‘seca’ sigue en los campos”, dice Juana Anchaluisa, agricultora de la parroquia Montalvo, mientras con pesadumbre observa sus cultivos de papa y cebolla blanca, que se han perdido por la sequía que soporta la provincia.