ESMERALDAS
Solo en la capital existe un plan de contingencia
El tsunami, tras un terremoto (8,8 grados) que afectó a Chile en febrero del 2010, y las experiencias en 1906 y en 1958 frente a las costas de Esmeraldas, propiciaron un plan de contingencia ante maremotos en esta ciudad. Es el único cantón que lo tiene, admite Guillermo Prado, de la Secretaría de Gestión de Riesgos (SNGR) provincial.
El plan, puesto en marcha el 11 de marzo, identifica las zonas de mayor impacto, rutas de evacuación e incluye un sistema de alarmas. Aunque para Ernesto Estupiñán, alcalde de Esmeraldas, y José Vivero, jefe del Cuerpo de Bomberos, se evidenciaron problemas. En condiciones normales, sostiene el personero municipal, Esmeraldas no tiene provisión regular de agua potable, por lo que cuestiona si podrían aguantar unos tres días sin el líquido en caso de un tsunami. Aclara que el servicio depende de la Secretaría de Saneamiento Ambiental del Gobierno y no del Cabildo.
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Y Vivero agrega que los bomberos tienen una sola ambulancia que está en reparación hace cinco meses. “De la SNGR nos decían que nos informarían, pero no teníamos comunicación directa de qué debíamos hacer”, recuerda Elena Bastidas, coordinadora de riesgos del Municipio de Muisne.
MANABÍ
Caja chica alivia gestión de riesgos en provincia
A diferencia de años pasados (cuando existía la Defensa Civil), la delegación de la Secretaría de Gestión de Riesgos de Manabí cuenta con una caja chica de 15 mil dólares para sortear emergencias y apoyar la labor de voluntarios, refiere Roque Mendoza, responsable de ese organismo en la provincia.
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Según el personero, la capacidad de respuesta del pasado 11 de marzo por parte de los organismos de socorro y la población fue efectiva y jugó un rol importante la Asociación Ecuatoriana de Radiodifusión (AER) en Manabí, que se sumó al plan con la emisión de información oficial a la comunidad.
Aun así, es consciente de que se requieren mejoras y más tareas preventivas. “Muchas veces el dinero no es el que resuelve las emergencias, sino la organización y capacitación”, dice, al explicar que ante una catástrofe la gente debe estar preparada para subsistir al menos las primeras 24 horas, hasta que llegue ayuda externa.
Carlos Mendoza, alcalde del cantón Sucre, cuenta que en Bahía de Caráquez, en especial, hay un plan de contingencia que mes a mes se evalúa. “Los habitantes están en alerta desde que tuvimos el terremoto en 1997. La mayoría conoce los sitios de evacuación”, afirma.
SANTA ELENA
Autoridades piden una bodega para materiales
No solo colchones y cocinetas; también televisores plasma y refrigeradoras. Las autoridades cuestionan que la población haya evacuado con cosas que, en emergencias, más estorban que ayudan. “Una llevaba un peluche más grande que ella”, dice Juan Antón Murillo, coordinador de la Secretaría de Gestión de Riesgos en Santa Elena.
Del otro lado, el de los pobladores, el reclamo es otro. En los refugios –básicamente cerros y espacios abiertos alejados del mar– no tenían carpas, colchones, agua o comida. ¿Qué hubiese pasado si debían evacuar de inmediato, sin opción a llevar nada, o si hubiese llovido?
“Hubiese sido un caos”, admite Marina Vera García, presidenta de la junta parroquial de Manglaralto. “Coordinamos el traslado de implementos básicos desde otras provincias”.
La junta y la Secretaría dicen que urge una bodega en Santa Elena. Antón cree que la principal deficiencia es la falta de logística. Por ejemplo, debieron esperar la llegada de 162 buses de Guayas para la evacuación. A esto, Jaime Lasso, capitán del Puerto, le suma la señalización, que califica como insuficiente. Las que hay se ubican sobre todo en la zona norte y en sectores como Montañita; reclaman que algunas desaparecieron.
GUAYAS
Se habla de descuido en manejo de emergencias
Michel Achi prefiere usar la palabra “descuido” cuando refiere por qué la ciudadanía de Playas, el cantón del cual es alcalde, no ha recibido la capacitación para saber cómo reaccionar ante la presencia de un tsunami o cualquier emergencia.
En ese cantón se observa, como en las parroquias Posorja y El Morro, una acción reactiva. La última vez que hubo una especie de campaña –incluso con entrega de folletos– fue hace más de un año, a raíz del terremoto y tsunami que devastaron extensas zonas de Chile.
A la labor ejecutada el pasado viernes, cuando se evacuó ese balneario, el alcalde Achi lo califica como “un excelente ejercicio, en el que no hubo complicaciones”, pues nunca antes ha habido oportunidad de hacer simulacros. Dice que talvez se debió a que no han tenido emergencias y reconoce que es un “descuido” de parte de las autoridades, que en febrero del año pasado hicieron pública la campaña denominada ‘En Playas estamos prevenidos’.
Achi sostiene que en el último año, el COE (Comité de Operaciones de Emergencia) de ese cantón del Guayas se concentró más en atender la inseguridad “porque sabemos la protección que tenemos por la situación geográfica de Playas”.
EL ORO
Las islas no cuentan con un sistema de alarmas
Marco Valencia, delegado provincial de la Secretaría de Gestión de Riesgos de El Oro, acepta que todavía no se han elaborado lineamientos específicos para enfrentar un tsunami. Lo que sí existen, dice, son lineamientos generales para enfrentar situaciones de riesgo como las del pasado 11 de marzo.
Ese día, una de las primeras acciones fue coordinar muy temprano la reunión interinstitucional, después de lo cual se iniciaron la evacuaciones.
Valencia asegura que las rutas de escape están definidas y que existe una coordinación con los líderes parroquiales. Clemente Medina, presidente de la junta parroquial de la isla Jambelí, coincide en que existen rutas de evacuación en la zona norte, centro y sur, con un líder comunal por sector. Sin embargo, en el sondeo realizado por este Diario, ningún poblador de Jambelí conocía dichos caminos, que no están señalizados.
Ni en Jambelí ni Puerto Bolívar existe sistema de alarmas para situaciones de riesgo, lo cual dificulta que la población esté dispuesta a movilizarse, dice el comandante de la Capitanía de Puerto Bolívar, Carlos Moncayo. “La suerte que tuvimos es que el peligro de tsunami se anunció con más de ocho horas de anticipación”, dice.