El secuestro, amenazas de muerte y tortura al colega Guido Manolo Campaña, quien investigaba para este Diario una denuncia sobre suplantación de identidad por parte de un jugador de Liga (Q), revelan el profundo grado de descomposición que envuelve al mundo del fútbol, pese a los esfuerzos de directivos que, lamentablemente, son minoría.