El Tanque sonríe y asegura que está bien aceitado, que la oxidación es cosa del pasado, que él es un arma ofensiva del presente y que está listo para seguir disparando goles, pese a sus 41 años. Por eso, Eduardo Hurtado se olvidó del retiro y hoy vuelve al fútbol profesional con la intención de seguir batallando.

El artillero vestirá ahora la camiseta del Patria guayaquileño y reaparecerá en el estadio Ramón Unamuno ante Everest, por la primera fecha del campeonato provincial de segunda categoría. A 20 años de su debut, Hurtado dice que esta será su campaña de despedida.

Publicidad

“En noviembre del 2009 el presidente del Patria conversó conmigo y me dijo si había posibilidades de volver a jugar. Le respondí que tenía que conversarlo con mi familia”, expresó.

“Mi esposa y mis hijos me dijeron que si me sentía bien volviendo a jugar, que lo haga, que contaba con el apoyo de ellos. Ahí fue cuando decidí volver”, refirió el Tanque.

Publicidad

El esmeraldeño explicó que además tomó la decisión porque “no he tenido un retiro oficial” y porque “mi hijo menor (Jean, de 10 años) no me ha visto jugar profesionalmente”.

“Tenía dos años que no jugaba y al principio sentí algo de miedo por lo que puedan decir de mí, pero el respaldo familiar influyó mucho”, manifestó Hurtado.

Al ser consultado sobre la posibilidad de actuar una temporada más si Patria asciende a la Serie B fue tajante: “Esta será la última vez, se lo prometí a mi familia y ya estamos preparando un partido de despedida (sería en noviembre próximo).

El Tanque reconoció que le causa nostalgia dejar el balompié, pero sabe que “la carrera del futbolista es muy corta y ahora me he preparado para enseñar todo lo aprendido”.

De sus 21 equipos Hurtado dice tener gratos recuerdos, pero también tiene dos frustraciones. “Me da tristeza no haber podido ganar el título con Barcelona (2002). Estuvimos muy cerca, pero lamentablemente las cosas no se dieron. Me hubiera gustado darle esa alegría a toda esa sufrida afición”, dijo.

Agregó que “algo que me dolió mucho es no haber podido estar en el Mundial (Japón-Corea 2002). Fui parte de ese proceso y creo que merecía una oportunidad. Me costó mucho asimilar eso, pero con el tiempo me pude reponer de esa frustración”, concluyó el atacante esmeraldeño.