El depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, afirmó ayer que con apoyo del mandatario estadounidense Barack Obama “tardaría cinco minutos” en dar vuelta al golpe de Estado en su país, durante una visita a Perú, donde fue recibido con “honores restringidos”.

Tras reunirse con el presidente peruano, Alan García, el mandatario reconoció que Obama y su secretaria de Estado, Hillary Clinton, “no tuvieron absolutamente que ver en la planificación del golpe de Estado”, pero reclamó que las medidas tomadas por EE.UU. han sido “tibias” y “suaves”.

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Zelaya fue recibido con honores militares restringidos, pues, como aclaró el canciller peruano José Antonio García Belaúnde, quien tras calificar su visita como “de trabajo”, explicó que “todos los países gradúan las visitas, y no siempre se otorgan los mismos honores ni preeminencias”. En otros países como México o Chile, Zelaya fue saludado como jefe de Estado.

Para Belaúnde, en Honduras “hubo una crisis institucional”, porque “la Corte Suprema y el Tribunal Electoral no aceptaron la llamada cuarta urna, que pretendía servir al señor Zelaya como una suerte de encuesta para reformar la Constitución y prolongar mandatos”.

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El presidente Alan García dejó claro que “respaldamos los gobiernos democráticos” y que apoya el plan del presidente costarricense Óscar Arias.

Pero el presidente de facto de Honduras, Roberto Micheletti, descartó toda negociación sobre el regreso de Zelaya al poder, y continuó su enfrentamiento con la comunidad internacional, al abrir otro frente de conflicto el martes cuando rompió relaciones diplomáticas con Argentina, cuyo canciller, Jorge Taiana, integra la misión de seis países que la Organización de Estados Americanos (OEA) enviará a Tegucigalpa en busca de una salida a la crisis, después de que Buenos Aires expulsara a la embajadora hondureña Carmen Eleonora Ortez Williams a petición de Zelaya. Chile también expulsó al embajador hondureño Francisco Martínez y no se descarta que el régimen de facto adopte igual medida con Santiago.