El austriaco Josef Fritzl fue sentenciado a cumplir cadena perpetua en una institución psiquiátrica por encerrar a su hija en un sótano durante 24 años, violarla reiteradamente, tener siete hijos con ella y causar la muerte de un bebé.

De poco le sirvieron las tardías muestras de arrepentimiento en este juicio de solo cuatro días al decir: “Me arrepiento de todo corazón de lo que le he hecho a mi familia”.

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Un jurado popular, formado por cinco mujeres y tres hombres, determinó ayer de forma unánime que el  Carcelero de Amstetten  es culpable de todos los cargos que se le imputaban: asesinato por omisión de socorro, esclavitud, violación, privación de libertad, coacción grave e incesto.

Fritzl, de 73 años, pasará, en principio, toda su vida internado. Primero, en una institución para delincuentes con problemas mentales, donde será sometido a terapia. Posteriormente, si el tratamiento funciona y los controles periódicos que se le realizarán determinan que ha superado la grave alteración de la personalidad que padece, sería trasladado a una prisión convencional para seguir cumpliendo su condena.

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Su internamiento en una institución psiquiátrica fue solicitado por la Fiscalía y recomendado por la psiquiatra que lo examinó, que diagnosticó un “gigantesco deseo de poder” y advirtió del riesgo de reincidencia. Una patología que no fue óbice para que se lo considerara criminalmente responsable de sus actos.

Fritzl escuchó con calma y sin  muestra de emoción la lectura del veredicto. A preguntas de la jueza que dirigió el proceso,  aseguró comprender la pena que se le ha impuesto. “La acepto”, afirmó, renunciando así a la posibilidad de recurrir la sentencia, que tampoco será apelada por la Fiscalía.

El abogado del condenado, Rudolf Mayer, calificó la sentencia como una “lógica consecuencia de una confesión ante 24 años de encierro y unas 3.000 violaciones”. “Aparentemente, él mismo siente la pena como justa”.

Fritzl confesó el miércoles pasado su culpabilidad de todos los cargos que se le imputaban, luego de que el lunes  negara los dos más graves: esclavitud y asesinato. Este último se refiere al fallecimiento  en abril de 1996, al poco tiempo, de uno de sus siete hijos que nacieron en cautiverio.

La confesión de Fritzl llegó después de que el martes viera el video con el testimonio incriminatorio de su hija, que estuvo también  en la sala,  confirmó ayer el abogado de la defensa. Algo que, según Mayer, acabó por “derrumbar” a Fritzl, que tras la sesión solicitó asistencia psiquiátrica.

La abogada de Elisabeth, Eva Plaz, envió al jurado un mensaje de su clienta: “Elisabeth testificó por un motivo esencial, porque cree que se lo debe al bebé que falleció y porque quiere que Fritzl responda por su muerte”.

El vocero del tribunal, Franz Cutka, dijo que Fritzl cumpliría su condena en un pabellón psiquiátrico de alta seguridad para criminales dementes.