El líder socialcristiano León Febres-Cordero no debió viajar a Tampa (Florida), el pasado lunes 1 de diciembre. Tenía que haberse marchado una semana antes, según la recomendación de los médicos del centro oncológico Moffit Cancer Center. Pero él no podía irse, según dijo a su familia, sin arreglar sus temas ‘pendientes’.
De hecho, unos días antes del traslado, internado en la clínica Guayaquil, el ex mandatario citó a ex colaboradores de su gobierno en el área económica, como Carlos Julio Emanuel, Francisco Swett y Xavier Neira, para analizar el contenido del informe de auditoría de la deuda externa efectuado por el régimen de Rafael Correa y preparar una respuesta que se publicó días después.
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Esa semana, asimismo, recibió la visita de monseñor Antonio Arregui, arzobispo de Guayaquil, quien le aplicó los santos óleos y le dio la comunión.
LFC dejó la clínica dormido y entubado a las 10:30 de ese 1 de diciembre. Llegó a Tampa, a bordo de un avión ambulancia, a las 17:30.
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Lo acompañaban sus hijas María Auxiliadora, María Eugenia y Liliana; su hermano Agustín, su nieta Leonella y el ex diputado Alfonso Harb.
Una hora después, ya lo estaban sometiendo a exámenes para determinar el grado de avance del cáncer de pulmón que padece. En la noche le hicieron una broncoscopia.
Al día siguiente, a las 10:00, lo entubaron. El miércoles y el jueves de esa misma semana, lo sometieron a sesiones de radioterapia para quemar y reducir el tamaño de los tumores que tiene en ambos pulmones. El objetivo era, según él mismo había dicho, “quitarle a la muerte el dolor de la agonía”.
El viernes, los médicos de --Tampa dijeron a la familia que ya no había esperanza de mejoría, pues el cáncer se había extendido por ambos pulmones. El ex mandatario decidió, entonces, retornar a Guayaquil. Sin tubos. A puro pulmón.
Los especialistas pidieron a las hijas de Febres-Cordero firmar un documento para eximir a la clínica de responsabilidades si él fallecía durante el vuelo.
El domingo por la tarde, los pilotos informaron a María Eugenia que, si su padre moría sobre el espacio aéreo de EE.UU., ellos debían retornar. Si no, podrían continuar el viaje hacia Ecuador.
Durante once minutos (el tiempo que tarda el avión en salir del espacio aéreo americano), ellas sujetaron la mano de su padre y le daban ánimos. “Tú puedes, papito”, le decían. En Guayaquil, los familiares de Ecuador rezaban para que resistiera.
Y lo hizo. El avión ambulancia aterrizó en Guayaquil cerca de las 20:30. De inmediato lo trasladaron a la clínica Guayaquil, donde controlaron su presión que bajó de 200 a 4. Luego de dos horas ya conversaba con los amigos que lo recibieron, como Carlos Pareja y Juan Manrique. Lo primero que preguntó al recuperar la conciencia fue si Rafael Correa ya había retornado de su viaje a Irán. Después quiso saber si sus abogados enviaron su respuesta al informe de la deuda a la Fiscalía, que investiga el caso.
Durante la pasada semana, el ex alcalde de Guayaquil experimentó momentos de leve mejoría, seguidos de crisis respiratorias. Está dormido la mayor parte del día; cuando despierta, está consciente (suele preguntar cómo está el precio del petróleo), pero apenas habla.
En uno de esos ratos de lucidez, LFC atiende las visitas que llegan a la clínica, entre familiares, amigos (incluyendo a los ‘perdonados’), ex colaboradores de su función pública y hasta adversarios políticos.
Incluso para decidir si recibía o no al ex jefe de la FAE Frank Vargas Pazzos, quien protagonizó la sublevación de los comandos de Taura en 1987, citó a los que conformaron la cúpula militar en su gobierno, como el general Medardo Salazar, su ex ministro de Defensa, y Marcelo Delgado, ex jefe del Comando Conjunto de las FF.AA.
El pasado jueves, al oír los cantos de la gente que hace vigilia fuera de la clínica, Febres-Cordero pidió a su nieto ‘Leoncito’ (León Bjarner Febres Cordero) que lo ayudara a asomarse a la ventana para saludarlos . La familia tardó 20 minutos en retirarle las sondas. La cama se movió dos metros apenas.
Fruto de esa agitación, en el fin de semana tuvo dificultades para conciliar el sueño porque el dolor era insoportable.
Cuentan sus amigos que ha preguntado cuánto tiempo más puede durar su agonía. Estos tratan de animarlo diciéndole que se va a mejorar. Él sabe que le mienten: todo es cuestión de pocos días. O de horas.
Visita
Ayer, León Febres-Cordero recibió la visita de la madre del presidente Rafael Correa, Norma Delgado, quien permaneció durante tres minutos en la habitación. Lo hizo a título personal y no enviada por el mandatario.
Familiares cercanos a Febres-Cordero dijeron que Fabricio Correa, hermano del mandatario, también ingresó a la clínica Guayaquil, pero no a la habitación.