El pasado 28 de abril, un detalle singular cambió la percepción del ministro de Defensa, Javier Ponce Cevallos, sobre los militares. A su amplia y cómoda oficina del segundo piso del edificio principal del complejo ministerial de la Recoleta, le llegó su primera novela, El insomnio de Nazario Mieles, publicada por Libri Mundi en 1990, con un mensaje: “Le estamos empezando a conocer”.
Era el regalo de cumpleaños de los comandantes de las Fuerzas Armadas al nuevo ministro. Ese día cumplió 60 años y a la vez 19 días como ministro.
Publicidad
Así como el detalle impresionó a Ponce y en sus propias palabras, durante una entrevista en radio La Luna, cambió su percepción de los uniformados, lo fue también para sus amigos. En menos de un año, pasó de la crítica al poder, a la militancia oficialista; del cuestionamiento a las FF.AA., a la justificación de sus operaciones y proyectos.
Ponce fue designado, el 9 de abril de este año, ministro de Defensa, en medio de la tensión entre los militares y el gobierno por la denuncia del presidente Rafael Correa sobre una supuesta infiltración de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EE.UU. en los cuarteles ecuatorianos. Meses antes, varios marinos se habían sublevado en la base militar San Eduardo, en Guayaquil.
Publicidad
El pasado jueves presentó el informe elaborado por la Comisión civil-militar, creada para que investigue el caso. Sin identificar responsables, dijo que se confirma la infiltración y que oficiales de las FF.AA. y Policía recibieron pagos en efectivo por el espionaje, especialmente para sustentar el trabajo de EE.UU. en el Plan Colombia.
Según la Comisión que él la coordinó, durante seis meses de investigación, los responsables son los norteamericanos. Sobre los ecuatorianos apenas se habla de presunciones.
Estas actividades y circunstancias ajenas, inverosímiles a un poeta y escritor, hacen que Ponce se sienta “un pez en aguas distintas”, como lo reconoció durante uno de sus primeros discursos, en la Brigada de Fuerzas Especiales Patria, en Latacunga.
Allí apareció Ponce, con uniforme camuflaje, de paracaidista y zapatos de suela. Dijo que se puso el traje por sentido de unidad. “Yo no imaginé. Fue sorprendente, chistoso, lo recibimos con humor”, recuerda su hija Gabriela Ponce, de 27 años, directora de teatro.
“Casi me da infarto porque desdecía de su imagen. Todo le quedaba mal, el traje, su figura”, dice Francisco -el Pájaro Febres Cordero, su amigo desde la infancia; años más tarde, compañeros de profesión en los diarios El Tiempo (desaparecido), El Hoy y EL UNIVERSO.
El miércoles pasado, se puso el traje por segunda ocasión, esta vez junto al presidente Rafael Correa en el mismo recinto militar.
Ponce aún no se acostumbra al estricto protocolo militar. El círculo íntimo de amigos lo considera un voraz lector y escritor precoz. Es de los de izquierda que gusta de lo fino.
Buen fumador de habanos, full sin filtro, excelente catador de vinos y de paladar exquisito. Aficionado a la tauromaquia. Mientras cursaba la secundaria, se consagró como becerrista al ganar una oreja por sus destrezas de torero.
Criado entre libros, música clásica, poesía y teatro por influencia de su padre, José Ponce, un prestigioso abogado quiteño. A los 13 años, escribió su primera obra de teatro: La novena grada . Y creó su propio grupo, Hamblet, junto a sus amigos José Donoso y Fernando García. “Mientras nosotros andábamos con una pelota en las manos, él andaba con el Quijote. Obviamente nos caía al huevo” comenta entre risas el pájaro Febres Cordero.
Se educó en la escuela Borja III y en el colegio San Gabriel. A los 20 años viajó a Francia en donde se casó con Dolores Padilla, ex candidata a la vicepresidencia de la República (con León Roldós, por la RED).
Hoy, está casado con Lucía Chiriboga, hermana de Manuel, ex jefe negociador del Tratado de Libre Comercio, con quien tiene gemelos, Mateo y Mikaela. En 1995, perdió a su hijo mayor Diego, del primer matrimonio, en un accidente de tránsito.
Era la época del surgimiento de un movimiento intelectual estudiantil, concentrado en París, contra el sistema imperante. Motivado por esa influencia viajó a Europa, recuerda su amigo Iván Cruz, arqueólogo.
Durante su permanencia en Francia, estudió sociología, escribió poemas e hizo teatro, aunque para sobrevivir trabajó en limpieza de hoteles.
A su regreso al Ecuador, en la década del setenta, se enroló en los medios de comunicación y al Centro Ecuménico de Proyectos.
Sus amigos creen que la vinculación al gobierno de Rafael Correa se dio por la influencia del entorno del mandatario, entre ellos Alberto Acosta, otro amigo de infancia, con quien jugaba al soldadito de plomo y armaba batallas en el Borja III.
El 14 de agosto del 2007 inició funciones en Carondelet como secretario particular del presidente Correa. El 9 de abril asumió la cartera de Defensa.
¿El impulsor de la paz entró en el mundo de las armas? ¿Quién terminará por cambiar, el hombre o la institución?. Eran algunas de las preguntas de sus colegas periodistas.
Su designación fue considerada un “error” por el ex ministro de Defensa, José Gallardo y hasta un acto de “provocación” a los militares. Ponce en el discurso de posesión dijo públicamente al presidente Correa que “asuma el riesgo de su designación”.
Paradójicamente, el crítico del gasto militar, dio un giro inesperado y dio el aval para la inversión más millonaria en las FF.AA.
El gobierno comprometió cerca de $ 500 millones para la adquisición de 24 aviones Súper Tucano de combate, siete helicópteros, repotenciación de aeronaves y recuperación de la capacidad operativa para la frontera con Colombia, entre otras inversiones.
Quien desde las columnas de opinión se opuso radicalmente a la participación militar en las áreas estratégicas del Estado ahora es el principal invitado para la inauguración de las obras construidas por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército. El régimen encargó a los militares 14 proyectos de emergencia vial con una inversión de unos $ 240 millones.
El pasado 10 de octubre viajó ocho días a China junto a los comandantes de las FF.AA. a visitar las instalaciones militares de ese país. Además supervisa las actividades que realiza la marina en Petroecuador.
El 28 de julio del 2006 en un editorial publicado en este Diario con el título ¿A quién sirven los militares?, él escribió: “Le he escuchado a un general, me parece que de apellido Meza, justificar la represión a las comunidades de Orellana cercanas a las explotaciones petroleras de la empresa Perenco, a nombre de un estado de emergencia vigente en la zona. Frente a estas actitudes, me pregunto ¿a quién sirven las Fuerzas Armadas? ¿A las compañías petroleras? ¿A las comunidades ecuatorianas?. Y no se trata de un caso aislado. Es una vieja historia del papel jugado por sectores militares en defensa de intereses económicos. Cuando se recorre la vía que cruza por las provincias de la Sierra, ¿dónde encontramos los cuarteles militares?”.
De los cambios que propuso en las FF.AA. se conoce muy poco por el bajo perfil con el que se maneja Ponce. Ofreció transparencia y apertura; sin embargo, la restricción de la información militar continúa.
A Francisco Febres Cordero le sorprende la poca información que trasciende en esta cartera. Le recomienda que se quede en la política porque cree que si retorna al periodismo no tendría credibilidad.
Iván Cruz, lo admira más que antes. “Está bailando con la más fea y sé que baila bien. Hizo un sacrificio al dejar los libros por el país”, dice.
DETALLES: Obras escritas
Nació en Quito, en 1948. Poeta, narrador y periodista. En la década del setenta dirigió la revista cultural Artes y posteriormente el suplemento cultural del diario Hoy, La Liebre Ilustrada. Fue editorialista de los diarios Hoy y EL UNIVERSO. Miembro, desde 1986, del Comité Ecuménico de Proyectos. En 1984 publicó los poemarios Escrito lejos y Los códices de Lorenzo Trinidad. En 1999 volvió a la poesía con un libro editado por la casa editorial mexicana Verdehalago, Texto en ruinas, y en el 2000 con el sello Seix Barral publicó su poemario Afuera es la noche. A lo largo de la década del noventa se publicaron sus novelas El insomnio de Nazario Mieles y Es tan difícil morir y Resígnate a perder.