En Manabí, la Policía investiga a este grupo por la existencia de una escuela de sicarios.

La banda de los Choneros sigue activa, debido a que sus miembros se esparcieron por el país y aplican tácticas para reclutar nuevos integrantes.

Sus delitos, que tuvieron origen por la pugna de acaparar el envío de droga desde Manta al exterior, crecieron hasta llegar al asesinato por encargo.

Para ingresar a la banda, se requiere que el postulante mate a alguien de los bandos contrarios. La Policía investiga estas tácticas.

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Lo que hace unos  cinco años se inició como un enfrentamiento entre dos bandas,  Choneros y  Queseros, por ajuste de cuentas y venganzas, evolucionó hasta generar una organización delictiva, cuyos integrantes ahora cometen “asesinatos a sueldo”.

La pelea de Choneros y Queseros inició después de que a Jorge Bismarck Véliz España, alias Teniente España, le asesinaran a su esposa e hirieran a uno de sus hijos. Él, que murió el año pasado, vengó ese crimen, que desencadenó otros.

Matarse entre ellos perfeccionó la criminalidad al punto de que a los Choneros, conocidos así porque uno de sus primeros líderes era oriundo del cantón Chone, en el norte de Manabí, la Policía Nacional les imputa delitos que van desde el robo, narcotráfico y hasta la formación de sicarios.

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Versiones recogidas en la Fiscalía de Manta señalan a los Choneros como responsables de al menos veinte muertes durante los últimos dos años.
Algunos de esos crímenes responden a las disputas por acaparar los envíos de droga al exterior. La Policía calificó a ese enfrentamiento como “la guerra entre Choneros y Queseros”.

Se extendió por el país
Las prácticas de asesinar por encargo son conocidas por algunos de los habitantes de varios barrios de Manta, donde operan “células” de la organización los Choneros, quienes ya “se extendieron por el país”, según fuentes policiales.

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Ahí viven jóvenes como José N. (nombre protegido), quien tiene 18 años y comenta que conoce a algunos  integrantes de esa banda. Dos de sus primos “lejanos”, según dice, fueron reclutados por los Choneros.

Para ser parte de la organización, cuenta, debieron asesinar a alguien, y luego escaparon a zonas rurales de Manabí, sitios alejados que por lo general sirven de refugio a personas que cometen actos ilícitos en las ciudades, pero también los que delinquen en otras provincias. Desde ahí, sus primos regresan esporádicamente a Manta, pero ya no son los mismos.

A José, quien juega pelota con sus amigos los fines de semana en una cancha de tierra del barrio mantense Veinte de Mayo, también lo tentaron para que sea parte de la organización.

“Me dijeron que vaya a una casa de El Palmar, a la entrada de Los Almendros, en el norte de Manta donde me iban a explicar como debía matar.

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Me cuentan que algunos de ellos (aprendices de sicarios) viven en grupo, en casas de las que se mudan a menudo. La gente de las ciudadelas sabe quiénes son los Choneros”, revela José.

Esas versiones también fueron recopiladas en la Policía, lo que originó una investigación en torno al tema, que todavía se mantiene sin resultados.

En la etapa de indagación, personal policial está recopilando información sobre posibles reclutamientos de jóvenes para entrenarlos con el fin de que se vuelvan expertos en cometer asesinatos, después darán su servicio por pago.

Pedro Cózar, comandante de la Policía de Manta, evitó dar detalles sobre las instancias en las que se encuentran las indagaciones que se hacen en tono a las organizaciones delictivas que operan en la ciudad.

Junto al grupo de los Choneros hay otras bandas que también están en la mira de la Policía. “Incluso analizamos el proceso que llevó a la captura del líder de esta banda, identificado como Jorge Luis Zambrano Rodríguez”, dice Cózar.

La muerte o captura de algunos de los integrantes de la banda, incluido Zambrano, no frenaron algunas de las actividades ilícitas que se les atribuye a los Choneros en la provincia.

Fuentes policiales concuerdan en que la organización tiene varios líderes definidos, lo que dificulta su desarticulación. Además, algunos de sus miembros vieron en el sicariato una forma alternativa de ganar más dinero como complemento de lo que perciben por el tráfico ilegal de drogas al exterior.

Familiares de algunos de los supuestos asesinados por la banda de los Choneros concuerdan en que existe un círculo vicioso que incluye amenazas para evitar que existan acusaciones directas contra los responsables de estos crímenes.