CRÉDITOS. Desarrollo comunitario. Las calles céntricas de Ambato reflejan el acelerado crecimiento del número de cooperativas de ahorro y crédito en Tungurahua. Son 120 entidades de este tipo que captan en conjunto a más de 200.000 socios, quienes critican la lentitud y ‘trabas’ del Banco Nacional de Fomento y resaltan el servicio de las cooperativas.

Es uno de los edificios más modernos de la capital tungurahuense. Su estructura de siete pisos, levantada a un costo de $ 2 millones, resalta en medio de decenas de edificaciones del centro de la ciudad.  

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Allí funciona la cooperativa de ahorro y crédito Mushuc Runa (términos quichuas que significan Hombre Nuevo) cuyos directivos aún se muestran sorprendidos del progreso que ha logrado esta entidad financiera, desde su creación en 1997.

“Tres jóvenes empezamos este proyecto con 300 mil sucres y dos clientes; ahora tenemos más de 100 mil y activos valorados en 57 millones de dólares”, relata con evidente satisfacción Luis Chango, gerente fundador de la compañía, la de mayor número de socios actualmente. 

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Este abogado indígena de 39 años, oriundo de la zona de Chibuleo  (cantón Ambato),  está convencido de que la crisis financiera de 1999 acrecentó el negocio que dirige. “La gente, sobre todo indígenas y campesinos perdió confianza en los bancos y empezó a  creer más en las cooperativas, nosotros nacimos para atender a ese sector de la población”.

El crecimiento de Mushuc Runa ha motivado a decenas de personas a impulsar la creación de otras instituciones de las mismas características, como reconoce Ángel Caiza, gerente de la cooperativa Coorambato, que tras 18 meses de operación cuenta con 1.800 socios y activos de casi  400 mil dólares. “Si otros tuvieron éxito es porque existe  mercado disponible para lograrlo, nosotros también queremos triunfar”.

Reportes de la Administración de Cooperativas de Tungurahua determinan que durante los últimos 5 años se crearon 50 entidades de ahorro y crédito de las 120 que están registradas. Es una situación que alarma, afirma Danilo Loza, responsable de esta dependencia.

“Todos los días vemos que se crean nuevas cooperativas o que se abren agencias, tememos que el mercado se sature y colapse”, advierte Loza.

Según el artículo 5 la Ley de Cooperativas para constituir una cooperativa se requiere -al menos- de once personas. Compete al Ministerio de Bienestar Social (ahora de Inclusión Económica y Social, MIES) analizar su situación, concederles personería jurídica y registrarlas.

En este sistema todos los depositantes adquieren el rango de socios y -por medio de una Asamblea General- toman parte en las decisiones de la entidad. 

El administrador de cooperativas afirma que el 80% corresponde a socios fundadores de comunidades indígenas del Tungurahua. Según el Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos, el 40% de la población de esta provincia se identifica como indígena, es decir, unas 200 mil personas.

La entrega de microcréditos es el ‘mejor anzuelo’ para captar nuevos socios, sostienen  representes de las estas entidades. Ese dinero se utiliza básicamente para financiar actividades agrícolas, ganaderas en el campo y aperturas de negocios pequeños en la zona urbana.

“Somos más flexibles en la entrega de los créditos, no pedimos tantos documentos, porque confiamos en la gente”, anota Santos Chango, gerente de la cooperativa Ambato, que cuenta con más de 25.000 socios. Aunque por estas condiciones el nivel de morosidad en las cooperativas bordea el 6%.

De hecho, la mayoría de cooperativas en Ambato tienen los mismos requisitos para otorgar microcrédito (con un techo de 2.000 dólares, con el 18% de interés anual): abrir una libreta de ahorros con 20 dólares, llenar una solitud, demostrar que se posee trabajo (formal o informal) y un garante que cuente con una propiedad.

“Eso ayuda mucho, porque si uno no tiene una propiedad también tiene posibilidades de obtener el dinero, es un crédito fácil y rápido”, comenta Antonio  Rosero, quien espera la aprobación de un préstamo para montar un negocio.

Rosero es un mestizo que ha confiado en la administración de los indígenas en las cooperativas. “Son gente honesta y responsable y hay que cumplir con las pagos”.

Como muchos otros depositantes, sostiene que  la primera opción son las cooperativas pues cuando ha acudido al Banco de Fomento se ha encontrado con “muchas trabas”.

Sin embargo, el gerente del Banco de Fomento, sucursal Ambato, Erick Cepeda, refuta esos comentarios y asegura que  la entidad también ofrece facilidades para créditos.

El funcionario explica que  el Banco trabaja con los sectores poblacionales que “no logran llegar a la banca privada y al cooperativismo”. Por esta razón, añade, los trámites son simples, porque además de la presentación de los documentos de identificación, se solicita la copia de la escritura o certificado de la propiedad, y si trabaja en un terreno arrendado se pide el contrato de arrendamiento.

Cepeda asegura que  a la entidad no le afecta en nada la proliferación de cooperativas, pues el BNF tiene 300.000 clientes fijos en Tungurahua desde el año anterior, aunque la población mayor de edad en esta provincia es de 292.000.

El funcionario sostiene que en lo que va del 2008 se incrementaron nuevos clientes que -dice-todavía no se cuantifican. No especifica cuántos créditos se han otorgado este año, pero resalta  que el monto supera los 7 millones de dólares.

No obstante, incluso beneficiarios del préstamos en el BNF ven a las cooperativas como una posibilidad de contar con más dinero y se convierten en clientes de algunas de ellas.