El saldo mortal del ciclón Nargis en Birmania podría llegar a más de 100.000 personas, según la encargada de negocios de EE.UU. en Rangún, Shari Villarosa, mientras miles de desesperados sobrevivientes esperaban la llegada de ayuda.

Oficialmente los muertos ascienden a 22.980, los desaparecidos son 42.119 y los heridos 1.383. Sin embargo, podría haber más de 100.000 muertos en el área del río Irrawaddy, dijo Villarosa, citando a una ONG cuyo nombre no suministró.

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Agregó que según una fuente gubernamental de Birmania que no nombró, “el 95% de los edificios han desaparecido” en el área de ese río.

Un periodista de AFP consiguió llegar a Labutta, una localidad que tenía 90.000 habitantes y que fue arrasada por el ciclón antes de quedar sumergida por seis metros de agua.

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Allí vio como los sobrevivientes deben buscar cocos y compartir con los que llegan con escasas cantidades de arroz.

“No podemos dormir... oímos a gente que grita por la noche, deben ser los fantasmas de los vecinos”, dijo uno de ellos.

Millones sin hogar
Cientos de monjes budistas salieron a las calles de Rangún a ayudar a los habitantes afectados por el paso del ciclón Nargis, una imagen que ejemplifica la falta de respuesta de un gobierno que tampoco permite la entrada de ayuda pese a los llamados internacionales.

Millones de personas se quedaron sin hogar, según las pocas organizaciones internacionales y la ayuda internacional entra con cuentagotas y los empleados de las ONG y otros grupos internacionales esperan que les den visas cinco días después del paso de la tormenta.

Críticas al gobierno militar
La Casa Blanca dijo que Birmania no ha respondido a su oferta de ayuda, mientras el secretario de la ONU, Ban Ki-moon, pidió a las autoridades birmanas facilitar la entrada.

En la mayor ciudad, Rangún, los vecinos a orillas de un lago hacen fila para asearse, lavar ropa y llevar agua a casa.

Los birmanos se han sumado a las críticas y reprochan su pasividad a un ejército, integrado por 400.000 militares, que gobierna con mano de hierro.

En el área pobre de Bagon Norte, Khin Hla, una mujer de 75 años, se ha instalado en las ruinas de lo que fue su casa, donde vivía con los tres nietos que tiene a su cargo.

“Mi casa quedó destruida, no tengo dónde ir. No tenemos dinero para arreglar la casa ni para comprar comida. Estoy enfadada con el gobierno porque no nos proporciona ninguna ayuda”, explicó.

En la antes frondosa capital birmana, los árboles fueron arrancados de cuajo y acabaron destrozando casas y coches. “Dependemos de los monjes para limpiar esta calle”, dijo una mujer de mediana edad de un barrio del oeste de Rangún que no quiso dar su nombre por miedo a represalias.

“Esperábamos que las autoridades vendrían, pero aún no se presentaron. Estos monjes llegaron tras la tormenta a ayudar a la gente a limpiar las calles y retirar los árboles”, agregó.

La última vez que los tan queridos monjes aparecieron con tal fuerza en las calles de Rangún fue en septiembre, cuando lideraron las manifestaciones contra la junta militar reprimidas a sangre y fuego.

El taxista Maung Maung explicó que la gente no solo está enfurecida por la falta de respuesta al desastre, sino también de no haber sido advertidos de la llegada del ciclón.

“La gente está muy enfadada con el gobierno. La gente quiere protestar pero temen que los militares les disparen”, dijo.

APUNTES: Escenarios

Entre cadáveres y saqueos
Mientras los sobrevivientes trataban de alcanzar tierra firme en botes con mantas improvisadas como velas, eludiendo una multitud de cadáveres flotantes, turbas hambrientas saquearon los escasos negocios que abrieron sus puertas en las ciudades.

Srisis de alimentos
El impacto del ciclón Nargis en las cosechas de arroz en las zonas devastadas afectaría las exportaciones birmanas del grano en el 2008 y ajustaría aún más al ya en estado crítico mercado mundial, reveló la agencia de alimentos de las Naciones Unidas.