En nueve años se han dado once paralizaciones en la parroquia Dayuma, de Orellana. De esa zona se extraen unos 40 mil barriles de petróleo por día, pero las carencias son evidentes. Hace dos semanas un nuevo paro se dio porque no se transfirieron recursos para asfaltar una vía, pero el Ejército intervino y hay 22 presos.
Dayuma vive en estos días una nueva guerra y una segunda estampida de pobladores, por culpa del petróleo. La primera se dio en la década del sesenta, cuando el pueblo no era pueblo, ni tenía nombre. Era selva dominada por los huaorani y tagaeri, indígenas a quienes se los llamaba aucas y eran muy temidos. Pero llegaron las petroleras y los desplazaron. Atrás entraron agricultores pobres que huían de la sequía en Loja y Manabí especialmente. Ellos formaron el pueblo y lo llamaron Dayuma en honor a una huaorani que huyó de un conflicto tribal, se alojó donde un colono y fue adoptada por miembros del Instituto Lingüístico de Verano (evangélicos de EE.UU.).