Conozco a muchos seres de luz. Cuando entrevisté a monseñor Luna Tobar, estuve con uno de ellos. Quizás por este motivo mantuve su mano dentro de la mía durante la interview. Pepe Gómez Izquierdo irradiaba luz, como la Madre Teresa, Jesús, Gandhi, Martin Luther King y personas anónimas que encuentro a diario en barrios humildes o ricos.
Lo que ciertos llaman aura, carisma, es parecido. Podemos convertirnos en ángeles si nos dedicamos a dar felicidad, aliviar penas, entregar conocimientos, repartir alegría. Podemos dialogar en vez de monologar, comprender en vez de juzgar. No sé por qué un ángel no podría ser cristiano, musulmán, Testigo de Jehová, evangelista, hasta ateo, libre pensador.

El corazón no es solamente bomba de sangre; acelera sus latidos, se agita, se aquieta, naufraga, según lo que experimenta cada ser. No tenemos un corazón bueno o malo: reacciona según la forma como tratamos a los demás. La luz es amor, el desamor es tan solo ausencia de luz. Habrán notado ustedes que hay lugares donde nos sentimos más radiantes, ciudades que nos gustan por la luz que ostentan quienes viven allí. Lo mismo sucede en reuniones sociales donde impera la gentileza, otras en las que vuelan chismes, comentarios malvados, vanidad estéril basada en joyas, vestidos. Cada vez que estuve en Fátima, en Lourdes, en El Cajas, sentí aquella paz, no por una convicción religiosa que no poseo sino por la energía acumulada durante años por quienes trajeron allí su deseo de paz, su necesidad de amar y ser amados. Hice varias veces la experiencia de quedarme en algún convento, sin asistir a misas o ceremonias, sencillamente compartiendo la felicidad, la frugalidad que otorga la fe a ciertos monjes privilegiados.

Se apaga la luz cuando nos irritamos, envidiamos, maldecimos, negamos ayuda. Se prende como un amanecer, se llena de sol cuando nuestros ojos logran juntarse con los de otra persona, cuando le rezamos a la naturaleza, a nuestros semejantes, a Dios. La luz se apaga cuando un creyente condena las convicciones de quien practica otra religión, se cree superior a los demás, se jacta de poseer toda la luz. La oscuridad reina en el alma de quien solo piensa en cosas materiales, pues todo lo que creemos poseer nos posee. Se puede ser más feliz en una choza que en un palacio. La Reina de Inglaterra hace pipi como todo el mundo, poco importa que su inodoro sea de plata o de porcelana. No hay diferencia fisiológica entre el corazón de un mendigo y el de un rey.
Somos amor o no somos nada.