Más de 60 personas, entre hijos, nietos y bisnietos de los 4.000 negros que llegaron desde la isla Martinica en 1900, recordaron el pasado viernes la labor de sus antepasados al hacer posible el ferrocarril más difícil del mundo.
Entre fotos en blanco y negro del recuerdo, y con la vieja línea férrea de testigo, se realizó el acto en el club de la Liga de Ferroviarios de Durán.
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Planificado hace cinco meses, el evento contó con la presencia de autoridades locales, delegados de la Empresa de Ferrocarriles Ecuatorianos (EFE) y la cónsul de Jamaica, Ana Lucía de Ching, quien se emocionó al encontrar tantas raíces de su tierra en suelo ecuatoriano.
Para Segundo Morgan la idea fue fabulosa. Hijo de Robert Morgan, un jamaiquino que trabajó en los rieles del viejo tren hasta 1955, a sus 53 años aún aspira ver los vagones de la locomotora pasar por su casa.
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La misma esperanza tiene Mercedes Sandiford, quien recuerda sus primeros viajes en tren en compañía de su abuelo Fitx, uno de los fundadores.
Sobrina de la recordada atleta Jacinta Sandiford, Mercedes confía en volver a escuchar el pito del ferrocarril.
Carlos Atkinson, coordinador del acto, propuso al delegado de la EFE, Marcelo Ponce, que el 2008 se declare año jubilar del ferrocarril.