Después de realizar una evaluación en Filanbanco, en septiembre de 1997, la Superintendencia de Bancos (SB) determinó que la institución tenía problemas por haber dado créditos que eran difíciles de cobrar (cartera mala).
 
Por ello, el 27 de febrero de 1998, el entonces Superintendente de Bancos, José Morillo, dispuso lo siguiente:

1. Que los accionistas de Filanbanco, Intral Panamá, compren, hasta julio de ese año, 30 millones de dólares de esta cartera mala, en efectivo.

Publicidad

2. Que constituyan provisiones (separen dinero para respaldar créditos) por 117.000 millones de sucres, a razón de 9.750 millones de sucres mensuales, desde enero hasta diciembre de 1998.

3. Que incrementen el capital de Filanbanco en 12 millones con recursos frescos, con aportes bimensuales de 2 millones de dólares, en el mismo lapso.
 
Sin embargo, según un informe de la Intendencia de Bancos del Litoral, del 6 de noviembre de 2000 (y que es un alcance a otro de octubre de 1999), y un estudio preliminar de la firma estadounidense Holland & Knight, estas disposiciones no se cumplieron a cabalidad.
 
Los documentos señalaron que Intral Panamá no compró esa cartera en efectivo sino a crédito (cinco años plazo) y no lo hizo directamente, sino a través de dos fideicomisos, creados el 30 de junio de 1998, llamados Enerco y Silver Lace, cada uno por $ 15 millones. El administrador de estos era Filanbanco Trust & Banking Corporation (FT&BC), filial de Filanbanco en Panamá.
 
Asimismo, Intral Panamá decidió, el 5 de junio de 1998, emitir obligaciones convertibles en acciones (papeles que solo en cinco años serían acciones de Filanbanco) por $ 30 millones para ser vendidas en la Bolsa. La Superintendencia, a cargo de Morillo, dio su autorización el 16 de junio.
 
Nueve días después, Intral cambió de decisión a fin de que Seguros Rocafuerte, accionista minoritario de Filanbanco, comprase estos papeles.

Publicidad

El dinero vino el 29 de junio de una transferencia del Banco SunTrust, de Miami, pero los auditores no tienen la certeza de que este haya sido un aporte fresco o provino de una cuenta del mismo Filanbanco en el exterior.

Intral Panamá transfirió esas obligaciones a los fideicomisos. Asimismo, se hizo un contrato de compra-venta de cartera entre Filanbanco y estos fideicomisos, a cinco años plazo sin intereses. No obstante, dijeron ambos informes, la cartera nunca pasó a FT&BC sino que siguió en Filanbanco y tampoco se vendió cartera mala sino con calificación A y B (muy buena y buena).
 
El plazo de cinco años del cobro de las obligaciones terminó abruptamente el 2 de diciembre de 1998, según los informes. Ese día, el último de la administración privada de Filanbanco, Intral Panamá ordenó a Filanbanco cancelarlas y descontar estos $ 30 millones de lo que le debían los fideicomisos Enerco y Silver Lace por la compra de cartera.
 
Luis Penna, representante de Roberto y William Isaías, aseguró a este Diario que la transferencia no fue ordenada por Intral Panamá sino por la Superintendencia, el 2 de diciembre. El informe de la Intendencia citó una carta de Roberto Isaías, de Intral Panamá, ordenando dicha operación para que las obligaciones sean adquiridas “por mi representada”.
 
Al preguntársele por qué la venta no se hizo en efectivo, tal como era la disposición de la SB, señaló “No dice que no se venda a crédito”. El informe aseguró que sí era en efectivo y citó el oficio SB-INBGF-98-0070.
 
Un abogado bancario explicó a EL UNIVERSO que el objetivo de esta operación fue que esas obligaciones no llegaran a castigarse (convertirse en cero), una vez que Filanbanco pasara a manos de la Agencia de Garantía de Depósitos. Cuando esto ocurrió se castigó su patrimonio, calculado en 140 millones, pero si se hubiera tomado en cuenta las obligaciones, ese monto habría sido $ 170 millones.
 
De todas maneras, explicó, Filanbanco no se vio afectado porque la cartera nunca pasó a FT&BC, administrador de los fideicomisos. A menos que los fideicomisos, cuyos beneficiarios son Intral Panamá y por ende Roberto y William Isaías Dassum, “vengan ahora a Ecuador y le digan a Filanbanco: ‘Te pagué el valor de una cartera que no me has entregado, entrégamela ahorita’, es decir una especie de segundo vuelto”.
 
Precisamente esto es lo que sucede ahora.

DETALLES
Con respecto a las otras dos disposiciones de la Superintendencia de Bancos, el informe de la Intendencia de Bancos del Litoral, del 6 de noviembre del 2000, señaló que el aumento de capital de $ 12 millones en efectivo se cumplió solo en el 16,46%.

Tampoco constituyó las provisiones adecuadas, añadió el documento y destacó que no se registraron adecuadamente algunas pérdidas.

Por  esto concluyó que el problema de Filanbanco en 1998 no era de liquidez (falta de efectivo), sino de solvencia (patrimonio insuficiente) “y en tal caso no debió acceder a los créditos del Banco Central del Ecuador”, que llegaron a $ 424 millones.