El sitio es el destacamento de Chical (Carchi) y para llegar ahí, el convoy liderado por el coronel Marcelo Gaibor, comandante de la Brigada de Infantería Nº 13 Pichincha, ha recorrido 2 horas y 30 minutos desde Tulcán, pasando por al menos cuatro retenes en donde miembros del Ejército revisan los vehículos e interrogan a las personas sobre su destino.

En ninguno de ellos se reportan mayores novedades, salvo la confiscación (en el destacamento de Tufiño) de más de 50 cilindros de gas de uso doméstico que eran presumiblemente para tráfico hacia Colombia.

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Pese a  esta relativa tranquilidad, en Chical la actividad es intensa, pues es día de feria.

La compra y venta de productos, el ir y venir de la gente y el tránsito de pocos vehículos son minuciosamente vigilados desde el destacamento ubicado en la parte alta de la población.

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Desde ahí, se puede también  observar lo que ocurre al frente, al otro lado del río San Juan,  en la población colombiana de Tayambí “reducto controlado por el Ejército de Liberación Nacional (ELN)”, según explica el capitán Óscar Salgado, comandante de la Unidad.

Él relata que regularmente miembros de ese grupo armado colombiano cruzan el puente que une a las dos poblaciones con el propósito de abastecerse de productos. “Lastimosamente –dice– no se los puede detener porque vienen vestidos de civil y mientras no cometan ningún delito pueden circular libremente”.

No obstante, siempre hay seguimiento y por ello, el oficial cuenta que hace ocho días, 15 efectivos del ELN que portaban el respectivo uniforme y fusiles M-16 llegaron a Tayambí (Colombia), reunieron a la población y les pidieron cierto tipo de contribución.

Aunque no hubo un intento por traspasar al lado ecuatoriano, esto puso alerta a los militares ecuatorianos.

De igual forma, hace cuatro meses, una patrulla ecuatoriana requisó una encomienda que contenía propaganda guerrillera y medicinas.

Este hallazgo, añade Salgado, “refuerza la teoría de que al otro lado de la montaña, en donde está Tayambí, hay una escuela de guerrilleros”.

Salgado comenta algo más. Desde hace algunos meses la acción del ELN en esa zona ya no es aislada, sino que ahora hay una coordinación con las FARC, tanto así, que “cada 15 o 20 días los dos grupos se relevan tomando cada uno un periodo de vigilancia”.

El control de la guerrilla es tan riguroso, que ningún poblador puede entrar o salir sin una autorización.