Silenciosos y recogidos, numerosos estadounidenses llegaron en peregrinaje hasta la tumba del presidente John F.  Kennedy, en el cementerio de Arlington cerca de Washington, para conmemorar los 40 años de su asesinato.
 
Desde la apertura del cementerio, los visitantes se agolparon con emoción alrededor del memorial, compuesto por una llama permanente y simples placas  negra con el nombre de John F. Kennedy y de su esposa Jacqueline.
 
Un flujo contínuo atravesaba el terreno bajo el sol, para llegar a la tumba  ubicada en una especie de colina sobre alineamientos de estelas blancas en  memoria de los soldados muertos por Estados Unidos.
 
Rosas blancas fueron lanzadas sobre la estela, y una mano anónima puso una  foto de Kennedy y de su sonriente esposa, vestida con el traje rosa que vestía  el mismo día de la muerte de su marido. Un mensaje emotivo estaba escrito:  "Difícil creer que ya pasaron 40 años - tantas esperanzas, tantas lágrimas -  jamás olvidaré ese terrible día".
 
"El cambió mi vida", recordó Mahlon Barash, un sexagenario que se excusa  por sus lágrimas. "El me sirvió de ejemplo, es él quien me impulsó a entrar en  los Cuerpos de Paz de ayuda al tercer mundo", agregó.
 
El anciano se acuerda que estaba en la biblioteca el día del drama. "Vimos  la tele todo el día, nadie sabía qué hacer".
 
"El inspiró a tanta gente. Dio a las jóvenes generaciones la voluntad de  cambiar el país", dijo Mahlon Barash. Su muerte marcó "el fin de la edad de la  inocencia", asegura.
 
Alrededor de memorial, frases extraída de discursos de John F. Kennedy han  quedado grabadas en el mármol: "No pregunten qué es lo que su país puede hacer  por ustedes, pregúntense qué es lo que ustedes pueden hacer por su país", dice  una de ellas.
 
"Es importante honrar este tipo de personas, un presidente que era un  líder, que ha tenido un impacto duradero y cambió la vida de las personas",  aseguró Mark Kuhn, un residente de Washington de unos cincuenta años.
 
Cerca de él, grupos de escolares se esforzaban por ser silenciosos,  mientras que los profesores hacían un pequeño resumen al pie del memorial.
 
"Era un gran presidente, hacía lo que él pensaba que era correcto", aseguró  con entusiasmo Brooke Hanvorsen, quien llegó desde Utah (oeste) con su clase.  La jovencita que vestía camiseta blanca, resumió su opinión en una frase: "era  un buen tipo".
 
Una madre que llegó acompañando a sus hijos, Elizabeth Carroll, prefirió  hablar del símbolo que representa John Kennedy.
 
"Era un hombre que amaba la paz. Hoy vine con mis hijos porque quiero que  sepan que se puede vivir en Estados Unidos", dijo lentamente.
 
Mahlon Barash, sin embargo, criticó a John Kennedy, en especial por su  intento frustrado de invasión anticastrista en 1961 de la Bahía de Cochinos.  "Habría podido escuchar a sus asesores, era un joven idealista", dijo.