Marcha de trabajadoras sexuales llegó a Municipio para exigir que las dejen trabajar.
Carolina añora las casas de tolerancia del sector de la 24 de Mayo, en el centro de la ciudad porque, a pesar de la explotación de los dueños, tenía un lugar estable para laborar.
Desde que el Municipio clausuró los prostíbulos para rehabilitar la zona, Carolina, de 36 años, decidió recorrer las calles del Centro Histórico para seguir trabajando. Es la única manera que encontró de mantener a sus dos hijos sin la ayuda del padre de ellos.
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En una situación similar están 450 trabajadoras sexuales del Centro Histórico, quienes participaron ayer en una marcha hacia el Municipio para exigirle al alcalde de Quito, Paco Moncayo, que les asigne un terreno o casa donde establecer una microempresa de trabajo sexual.
Jenifer, de 21 años, dejó por ayer su jornada de trabajo (de 09h00 a 18h00) para protestar porque está cansada del acoso de los miembros de la Policía Nacional que a diario realizan batidas y detienen a las trabajadoras sexuales.
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Ella ejerce la prostitución porque, asegura, es el único trabajo que le permite reunir $ 60 diarios para mantener a sus tres hijos. Por eso se arriesga a permanecer en las calles, donde, dice, es abordada por miembros de la Policía que quieren detenerla incluso cuando no está ejerciendo. “Un día buscaba pañales para mi bebé, en el centro, y un policía que me reconoció me quiso llevar a la comisaría”.
La solución para el problema de las trabajadoras sexuales, según Oliva, prostituta de 59 años, es que el Municipio les designe un lugar dentro del Centro Histórico para establecer un local.
Margarita Carranco, presidenta de la Comisión de la Mujer y la Familia del Concejo de Quito, explica que el Municipio no ha podido cumplir con el anhelo de las trabajadoras sexuales porque una ordenanza municipal prohíbe abrir casas de tolerancia en zonas residenciales y comerciales.
La única opción es establecer una microempresa en zonas de protección ecológica, como bosques y áreas verdes fuera de la ciudad o en áreas identificadas como industriales, a los extremos norte o sur de la ciudad.
Las prostitutas no quieren establecerse en lugares apartados porque les significaría falta de clientes, acostumbrados a acudir al centro a contratar sus servicios.
REUNIÓN
CON ALCALDE
Elizabeth Molina, dirigente de las trabajadoras sexuales, y una delegación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos fueron recibidos por el alcalde de Quito, Paco Moncayo, al concluir la marcha.
EN OTRAS ZONAS
Moncayo se mantuvo en la posición de que la reubicación se puede dar solo en las zonas permitidas.
MICROEMPRESA
La propuesta de microempresa de las trabajadoras sexuales incluye una cláusula que prohíbe el trabajo de menores de edad y el consumo de alcohol en los locales.
RECLAMOS
“Tenemos derecho a trabajar”, fue la consigna de las prostitutas.