La mayoría de los hijos de emigrantes queda al cuidado de miembros de la familia.

Son las seis de la mañana, Moisés Lainez Rodríguez, de 12 años, y su hermana Karen, de 9, aún perciben el calor de los labios de su madre, Dunia Rodríguez, quien con un beso los despertaba para llevarlos a la escuela.

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Han pasado dos meses desde que ella emigró a Italia, en busca de trabajo, y su lugar frente a sus hijos ahora es ocupado por sus padres: Inés Silva y Juan Rodríguez.

Con sus 63 años, Inés luce cansada y lenta, pero aún así intenta aplacar el ímpetu de su inocente pero inquieto nieto Moisés, a quien debe vigilar a diario para que cumpla con sus tareas escolares. Y es que, según Inés, le resulta difícil alcanzar sus escurridizos correteos.

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Ella dijo que se las ingenia para lograr que su nieto se tranquilice y haga sus tareas. “Cuento con el apoyo de mi esposo”, acotó.

La mujer dijo que tanto ella como su marido están a cargo del cuidado de sus nietos, mientras la madre, que es su hija, trabaja en Italia y les envía dinero para sus gastos cada cierto tiempo.

“Para nosotros el papel de padres continúa, aunque con muchas diferencias porque no es igual criar a los hijos que a los nietos”, afirmó Inés.

Moisés, con un profundo dolor reflejado en su mirada sostuvo que a diario recuerda a su madre, a pesar de que cuenta con el amor y el apoyo de su abuelita.

“Cierro mis ojos y veo a mi mamita, nos quería mucho, cuando se fue nos abrazó y dijo que volvería con muchas cosas para nosotros”, añadió.

Los dos hermanos estudian en el Centro Educativo Matriz (CEM), ubicado en el Guasmo Norte. Moisés por ser el mayor lleva a su hermanita y se responsabiliza porque ella llegue bien a la escuela. Lo mismo hace al retorno hacia su vivienda, ubicada en la cooperativa Unión Cívica del Guasmo Norte.

Cifras
Ellos son parte de los más de doscientos niños de ese plantel que tienen a uno o dos de sus padres en el exterior como consecuencia de la emigración.

Este plantel es uno de los 1.663 establecimientos fiscales de la provincia del Guayas, donde el 30% de los estudiantes de primaria, unos 83.818 menores, no cuentan con la figura de sus progenitores en el hogar y están a cargo de familiares (abuelos, tíos, hermanos) o personas allegadas (padrinos, vecinos).

“Para nosotros es preocupante porque el caso de estos niños tiende a incrementarse”, aseveró el director del plantel, Luis Sanchón.

Según Sanchón los casos son comunes y es más alto el porcentaje de las madres, quienes se ven obligadas a dejar a sus hijos para ir en busca de un mejor futuro para la familia en el extranjero.

Al igual que Moisés y su hermana Karen, otros niños en el CEM también sufren la ausencia de sus padres. “Vivo con mi abuelita, pero no es igual, me hacen mucha falta”, aseguró Cristy Ávila, de 12 años.

La menor indicó que su padre ya cumplió un año y medio en España y aún no tiene un trabajo fijo. “Quisiera que mi papito regrese porque lo extraño mucho”, expresó la adolescente.