Sus estudios de actas y documentos antiguos ayudan a rescatar nuestra historia.
Con la misma paciencia que él cita como una de las cualidades indispensables para realizar a satisfacción el trabajo de genealogista y paleógrafo, Ezio Francisco Garay Arellano responde al diálogo que, sin embargo, no está exento del buen humor que suele añadir como herencia de su padre el folclorista Guido Garay.
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Aunque a ratos se torna parco, sentencioso y directo, sus respuestas fluyen al abordar temas sobre los antepasados de algún personaje de nuestra historia o en torno a los testimonios de la vida de la ciudad relatada en las actas del cabildo, cuya transcripción realiza diariamente desde varios años.
Recuerda que en 1970 se sintió atraído por la genealogía, es decir el estudio de la serie de progenitores y ascendientes de una persona, al encontrar un libro de Pedro Robles Chambers en la biblioteca de autores ecuatorianos Carlos A. Rolando, adscrita a la Biblioteca Municipal de Guayaquil.
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Ante el requerimiento de datos para la familia del coronel Genaro Cucalón Jiménez entró en contacto con Robles Chambers y así nació la amistad y el intercambio de información durante algún tiempo.
Añade que siguió investigando por su cuenta y en 1984, por intermedio de Roberto Leví Castillo conoció a Fernando Jurado Noboa, quien lo invitó a integrar la Sociedad Amigos de la Genealogía, donde además conoció a Rodolfo Pérez Pimentel y Guillermo de Rubira Orellana, entre otros estudiosos e historiadores.
Identificado plenamente con esa actividad, en 1985 entró a trabajar como investigador del Archivo Histórico del Guayas, dirigido por Julio Estrada Ycaza. Actualmente hace igual tarea con la dirección de José Antonio Gómez Iturralde, en la sede del AHG y en el archivo Camilo Destruge de la Biblioteca que regenta el Ayuntamiento porteño, dice.
Siempre rodeado de libros, ficheros y documentos de diversa índole revela que está satisfecho de su actividad de 33 años, primero como aficionado y después en el área profesional. La paleografía, que es el estudio de la escritura y signos de los libros y documentos antiguos, también es parte de su labor cotidiana.
Por sus investigaciones y libros que aportan al conocimiento del Ecuador, en las próximas semanas será incorporado oficialmente a la Academia Nacional de Historia, pero aclara que si bien la distinción lo enorgullece asimismo lo obliga a continuar en su acción de biógrafo, bibliógrafo y transcriptor de las actas del Cabildo Colonial de Guayaquil, que editó el Archivo Histórico del Guayas.
Garay Arellano asegura que su trabajo le depara enormes satisfacciones y de sus últimos logros señala el hallazgo de la partida de nacimiento de la beata riosense sor Mercedes de Jesús Molina, mientras investigaba en la iglesia de San Francisco de Asís de Puebloviejo.
Por su profesión recorre continuamente el país y está familiarizado con archivos parroquiales de iglesias católicas y bibliotecas públicas y privadas, eso le permite completar el material de sus libros, ensayos y bibliografías e incluso los encargos de personas particulares deseosas de saber de sus mayores.
Considera que el genealogista realiza un trabajo de rescate social, aunque el problema de la genealogía es que invade la vida privada y mucha gente la rechaza, sobre todo si ya tiene una posición social, económica y política consolidada.
Precisa que para dedicarse a la investigación es necesario ser un buen lector, poseer perseverancia y actuar con honestidad, pues en ocasiones hay personas que quieren hacer las cosas a su gusto sin regirse a los testimonios documentales.
Con un inseparable maletín repleto de apuntes y fichas manuscritas que llama su ‘escritorio ambulante’, expresa que desde las aulas escolares en el Liceo Ecuador le gustó la materia de Historia, la fotografía antigua y los documentos.
Sin embargo, se apresura a recordar que se graduó de bachiller ‘por cansancio’ en el colegio Trece de Abril, pues repitió tres veces el sexto curso y estudió parte de la secundaria en el Liceo Juan Montalvo. Obtuvo la licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad de Guayaquil.
‘Investigar como si fuera a morir mañana’ es su lema que, por cumplirlo, hace que en ocasiones olvide comer y descansar lo necesario. “Es que el deseo de llegar a la raíz del asunto investigado, hace que uno prolongue el horario y descarte las prioridades”, refiere.
Evoca su niñez y dice que fue muy feliz, pues desde muy niño entró en contacto con la cultura y disfrutó de actos musicales y culturales porque sus padres lo llevaban junto con sus hermanos a presenciar incontables funciones.
Admira y estudia a los héroes de la Independencia de Guayaquil, mas no descarta a otras figuras valiosas de la historia nacional cuyas biografías son parte de las investigaciones que emprende durante semanas, meses y hasta por varios años.
Benevolente con el apresurado criterio de que la genealogía solo busca exaltar la grandeza de los individuos, prefiere olvidarlo y aclara que todas las personas tienen sus ancestros; si bien algunos estudiosos hicieron genealogía de élite, eso no quiere decir que mestizos, indios y negros carezcan de aquellos.
“Todos tenemos nuestros ascendientes y en el medio ecuatoriano donde carecemos de pureza de razas «el que no tiene de inga tiene de mandinga», como bien lo sentenció el maestro Justino Cornejo Vizcaíno”, concluye.
MUY PERSONAL
Nombres: Ezio Francisco Garay Arellano.
Nacimiento: Guayaquil, 14 de julio de 1952.
Padres: Guido Garay Vargas-Machuca y María Piedad Arellano Bohórquez.
Libros publicados: Fichero Genealógico, Los Wright del Ecuador, Varios escritos históricos de Guayaquil y su Provincia, Actas del Cabildo Colonial de Guayaquil.