En la ciudadela La Victoria, donde están las viviendas de los militares, ayer era visible el personal uniformado en los techos o en los interiores cambiando planchas de zinc o tumbado.
La villa Nº 38, perteneciente a un sargento, que no se identificó, dijo que la onda expansiva destruyó casi todo, solo quedaron las paredes.
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El uniformado, junto con soldados del grupo mecanizado, reparaban el techo y tumbado de la villa. “Nos tienen prohibido comentar lo ocurrido, solo le puedo decir que en mi casa la desgracia no fue mayor porque mi esposa y mis dos hijos salieron dos horas antes”, expresó.
Todo lo contrario ocurría en la cuadra del frente, donde viven civiles, cuyas ventanas aún permanecen cubiertas con plásticos.
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Martha Benítez dijo que aún esperaban ayuda para reemplazar los vidrios. “Las noches son eternas porque el frío no nos deja dormir”.