Por su trayectoria como jurista, académico y servidor público, hoy recibirá un homenaje.
Con 17 años y cargado de sueños, un muchacho nacido en Salcedo llegó a Guayaquil en 1941, en busca de un trabajo que le permitiera pagar sus estudios.
Hasta entonces, Gil Barragán, cuyo padre empezó como cadenero de la empresa de ferrocarriles y llegó a ser jefe de estación, había vivido en diferentes lugares del país, pues el trabajo obligaba a un cambio constante de destino y los once hermanos nacieron a lo largo de la ruta entre Guayaquil y Quito. Él es el octavo de ellos.
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Finalmente la familia se estableció en la capital, donde Gil cursó la secundaria en el colegio nacional Mejía. Pese a que los ingresos eran muy discretos, el padre se las arreglaba para educar a sus hijos.
En Guayaquil halló trabajo como taquígrafo y mecanógrafo en las oficinas de una piladora dirigida por Manuel Díaz-Granados. Corrían los años de la Segunda Guerra Mundial y el país se había convertido en el primer exportador mundial de la gramínea.
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Sin tener una predilección especial, eligió la carrera de Jurisprudencia porque los horarios eran flexibles y le permitían trabajar y estudiar. Fue un alumno brillante y obtuvo el premio a la mejor tesis doctoral de 1950.
Como secretario de la FEUE, se vinculó en 1944 al movimiento Alianza Democrática Ecuatoriana que buscaba derrocar al gobierno de Carlos Arroyo del Río. Durante el alzamiento (28 de mayo de 1944), estuvo disparando en el asalto al cuartel de policía de los carabineros. “No sé las consecuencias de mis disparos de esa noche”, manifiesta.
La revuelta, denominada La Gloriosa, instaló por primera vez en la presidencia de la República a José María Velasco Ibarra, quien lo nombró comisario de Policía, aunque duró poco tiempo en el cargo por divergencias políticas.
La preparación de Barragán no había pasado inadvertida en el ámbito académico, por lo que fue invitado a incorporarse como profesor del colegio Vicente Rocafuerte, donde impartió la cátedra de Lógica por quince años. Luego, un grupo de ex alumnos del Rocafuerte, entre ellos Galo García Feraud, Carlos Estarellas y Ángel Duarte, pidió al decano de la Facultad de Leyes de la Universidad Estatal que le confiara la cátedra de Derecho Constitucional, la cual dictó durante 35 años.
Por los años 50 el gobernador Ernesto Jouvín Cisneros lo nombró secretario de la Gobernación, cargo que ejerció una segunda vez junto a Enrique Baquerizo Valenzuela.
De allí se trasladó a Quito para asumir la Subsecretaría de Gobierno, función que dejó cuando finalizó la administración de Galo Plaza Lasso.
Nuevamente en Guayaquil se dedicó de lleno a su profesión, donde cimentó un crédito sólido como abogado, pero el servicio público lo llamaba y en 1966 aceptó la presidencia del Tribunal Electoral del Guayas.
Dos años después declinó el nombramiento de embajador en Chile, ofrecido por Velasco Ibarra, pero aceptó el Ministerio de Previsión Social y Trabajo, y nombró subsecretario a Osvaldo Hurtado Larrea.
En 1970 estaba enfrascado entre el ejercicio de su profesión y su pasión por la política. Se candidatizó y obtuvo la diputación del Guayas por el velasquismo, pero no llegó a ocupar la curul porque Velasco se proclamó dictador.
Entonces creyó que su carrera política había terminado pero al poco tiempo se formó la Alianza Política Revolucionaria Ecuatoriana (APRE), que lo postulaba a la presidencia de la República hasta que en 1972, el golpe de Rodríguez Lara inició ocho años de dictaduras en el país, al cabo de los cuales el panorama político cambió radicalmente y con ello la aspiración de Gil Barragán Romero.
A los 50 años, en 1974, se trasladó a Quito, donde reside actualmente. Pensaba que nunca más actuaría en política, pero no fue así, se mantuvo hasta 1997 en la palestra.
MUY PERSONAL
Esposa: Enriqueta Medina. En el 2001 cumplieron 50 años de casados.
Hijos: Diana, Xavier, Silvia, Alfredo, Fernando y Juan Pablo Barragán Medina.
Aficiones: Coleccionista de piezas arqueológicas. Exhibe en las vidrieras de su oficina decenas de piezas de las culturas Valdivia, Chorrera y Manteña. En una época practicó el box, y ahora la natación.
Publicaciones: Libro Elementos del daño moral.
Maestro de personajes destacados
Hoy la Universidad de Guayaquil rendirá un homenaje al jurista Gil Barragán Romero, en reconocimiento a más de 50 años de trayectoria profesional y docente.
“El éxito de un alumno es la gloria de un maestro”, manifiesta Barragán, al comentar que entre sus alumnos se cuentan el fallecido presidente Jaime Roldós, el actual mandatario Gustavo Noboa, los ex vicepresidentes León Roldós y Eduardo Peña; el gobernador del Guayas, Roberto Hanze; el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot; el canciller, Heinz Moeller. “Por mis manos han pasado docenas de ministros, diputados, como profesor me siento satisfecho”.
Luego de haber sido diputado por Pichincha (1979), vicepresidente del Congreso Nacional (1984), presidente del Tribunal de Garantías Constitucionales (1989) y miembro del gabinete del efímero gobierno de Rosalía Arteaga (1997), Gil Barragán ya no se considera un político activo y se describe como “abogado a medio tiempo”.
La otra parte de su tiempo la dedica a su afición por la arqueología y continúa alimentando su colección de más de cien mil fichas sobre jurisprudencia, doctrina jurídica y noticias de prensa, que inició hace cincuenta años.