Panamá, otra economía dolarizada, atraviesa una doble crisis. Por un lado, el canal de Panamá, del cual depende cerca del 10 % de su economía, sufre una sequía que ha forzado a reducir a la mitad el tránsito a través de este. Por otro lado, desde noviembre se detuvo la producción de la mina de cobre más grande, Minera Panamá. Esta mina, por sí sola, contribuye un 5 % al PIB de Panamá. Al declararse inconstitucional el contrato del Estado con la empresa First Quantum Mineral luego de protestas masivas, se detuvo la producción. “La gran estrella de Latinoamérica se apaga…” leía el titular de la nota, en la que se informa que luego de registrar un crecimiento medio de su PIB de 6 % durante la última década, más alto que cualquier otro país de la región, ahora espera crecer tan solo 2 % en 2024.

Lo llamativo es que en la prensa panameña no se discute la viabilidad de la dolarización. Las autoridades y líderes de opinión ni siquiera mencionan la palabra. Se da por sentado que el país está dolarizado y continuará estándolo. Lo que también resulta interesante es que las autoridades han reaccionado anunciando recortes de gasto. El gasto en sueldos públicos se reducirá en un 14,6 % y en subsidios en un 36 %, según el presupuesto presentado para 2024 en diciembre. Adicionalmente, el aumento planificado de pensiones para jubilados no se implementará dado que este esperaba financiarse con parte del ingreso que el Estado recibía de la mina ahora improductiva.

Dolarización y finanzas públicas

Dolarización… ¿en peligro?

Tal vez la razón por la que los panameños no reaccionan cuestionando la viabilidad de la dolarización y actúan como adultos ajustando los precios internos (sobre todo el gasto público) ante un shock económico se encuentra en su larga historia con la dolarización. Ese país prácticamente nació dolarizado y, desde ese entonces, ha atravesado múltiples shocks internos y externos, sin que en ningún momento haya dejado de funcionar el sistema de la dolarización.

A los 24 años de vivir en una economía dolarizada, ya es hora de que empecemos a entenderlo.

El economista panameño Juan Luis Moreno-Villalaz, quien visitó Ecuador durante los noventa y convenció a actores importantes de que a nuestro país le convenía dar el salto hacia la dolarización, explicó en un estudio que:

“Los bancos internacionales han reaccionado ante los acontecimientos inesperados o las crisis económicas en Panamá aumentando su exposición y utilizando fondos externos para apoyar las operaciones locales. Así lo han hecho en 1964, 1967-69, 1973-75 y 1978-80. Las casas matrices de los bancos internacionales han funcionado como prestamistas de última instancia, proporcionando liquidez al sistema bancario. (…) Los agentes económicos y los responsables de la política económica de Panamá no distinguen entre pagos locales y extranjeros, ya que ambos pagos se realizan en dólares y no existe un banco central. Mantener el tipo de cambio o una posición de reserva internacional no es un objetivo ni una consideración. Panamá ha sido capaz de ajustarse eficazmente a las perturbaciones mediante decisiones del sector privado, sin intervención del gobierno”.

A los 24 años de vivir en una economía dolarizada, ya es hora de que empecemos a entenderlo. En lugar de aumentar impuestos impulsivamente para mantener el modelo estatista del siglo XXI, deberíamos más bien recortar el gasto público e implementar el modelo de integración financiera. (O)