Fin de semana con variada y atrapante propuesta futbolística. Sábado de mañana con Manchester City-Chelsea, dos del Big Six (los seis grandes de Inglaterra) y nada menos que por semifinal de Copa Inglesa, el torneo más antiguo del fútbol mundial. Imperdible. Por la noche, Inter Miami-Nashville SC, esencialmente porque juega Messi. Solo dos jugadas de Leo, dos nomás (que otros no podrán hacer ni aunque estén veinte años en el fútbol), pagarán ese par de horas invertidas. Y Messi, como siempre, las dio: varios pases magistrales, algunas gambetas y lo menos importante de su repertorio: dos goles y una asistencia. La ecuación en Miami es simple: sin Messi va último, con Messi es primero.

El domingo nos esperaba una avalancha de fútbol, un menú delicioso: Manchester United-Coventry (la otra semifinal de FA Cup), Borussia Dortmund-Bayer Leverkusen y, por la tarde, River-Boca y Real Madrid-Barcelona. Imposible no hacer el esfuerzo por verlo todo.

Arrancamos con Inglaterra. El Chelsea, con todos sus fichajes millonarios, cayó ante el Manchester City 1-0 y quedó otro año más sin posibilidad de títulos. Tiene apenas una bala en la recámara: meterse en alguna copa europea, que no será Champions. No le resultará fácil. Ha mejorado notoriamente el equipo azul desde el comienzo de temporada, ahora pelea con idénticas posibilidades ante los grandes. Puede ganar o perder. Pero sigue perdiendo. Haberse gastado (no invertido) más de mil millones de libras en fichajes para este presente es uno de los desperdicios más grandes de la historia de este deporte.

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Tuvo más oportunidades claras en ataque el Chelsea (7 a 5), pero varias de ellas en los pies o en la cabeza de Nicolas Jackson, extremadamente errático en la definición. Suma 13 goles en 37 partidos el senegalés. Por generosidad, por velocidad, por potencia provoca ocasiones, pero necesita varias chances para acertar una, y el equipo lo lamenta. Mauricio Pochettino es muy cuestionado, y posiblemente no sea un genial entrenador, pero el Chelsea genera juego, podría marcar muchos más goles, mas no tiene eficacia. Están quienes buscan refugiarse en Pochettino, que los utiliza mal, en otros puestos, sin embargo Cole Palmer los desmiente, tiene un presente fantástico, un volante finísimo, que llega tupido al gol. Tanto que lidera la tabla de goleadores junto a Haaland (nada menos). Malo Gusto es otro ejemplo. Thiago Silva, con 39 años, lo mismo. Para ellos, Pochettino no es obstáculo, juegan bien igual. El problema nunca son los buenos.

Cuando agonizaba el juego, el portugués Bernardo Silva marcó el gol que los depositó en la final. Bernardo fue el que pateó irresponsablemente el penal ante el Real Madrid por la Champions, alcanzándole el balón al arquero Lunin. Hacer eso después de que sus compañeros dejaron el alma en el campo durante 130 minutos implica, mínimo, entrar al vestuario y pedir perdón a todo el plantel, al cuerpo técnico, a los auxiliares. Ese penal los dejó fuera de la Liga de Campeones luego de ser ampliamente superiores.

Pep Guardiola, acaso la antípoda de Pochettino como Míster Éxito, fue eliminado de Champions después de haber superapabullado a un Real Madrid que cedió 18 córneres y soportó 33 tiros contra su arco. En las estadísticas ganó el City por goleada, pero pasó el Madrid por penales. En un año malo, Guardiola aún puede ganar dos coronas: Premier y FA Cup. Todo esto le pasó en medio de una maratón: debió jugar 7 partidos en 21 días. Y contra todo lo que digan tiene un plantel corto.

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Coventry-Manchester United fue la bandera de largada de un domingo fantástico. Coventry es el equipo de Jimmy Hill, el inventor de otorgar 3 puntos a la victoria, una simple medida administrativa que resultó el mayor cambio en el desarrollo de este juego. Ganaba el United 3-0 con comodidad y Erik ten Hag comenzó a hacer cambios para dar minutos a los habituales suplentes. El Coventry, militante de Segunda División, hizo un gol al minuto 71, que se suponía era el del honor. Luego otro, y a los 95′ otro más, llegando a un milagroso 3-3 que le supuso jugar el tiempo suplementario ante el delirio de sus hinchas. Era un ida y vuelta constante, Coventry se agrandó y comenzó a cambiar ataque por ataque. Estrelló un remate en el travesaño, parecía imposible. El United es un plantel valuado en 734 millones de euros, el Coventry en apenas 54. En rendimiento no hubo diferencias. Al llegar a los 121′ devino un nuevo gol del benjamín, anulado por una microscópica posición adelantada. Fueron a penales y se impuso el club de Old Trafford por 4-2. Darle el calificativo de excepcional parece justo, pero ahora casi todos los partidos son así en Inglaterra, en Europa en general.

El Bayer Leverkusen llegó a Dortmund a estrenar su título de campeón de la Bundesliga, pero el Borussia tenía dos desafíos por delante: ganar para tratar de meterse en puestos de Champions y ser el primero en derrotar al once de Xabi Alonso en la temporada. Una atmósfera fabulosa envolvió el juego. Vencía 1-0 el Borussia, se hizo la hora, parecía irremediable la caída de las “aspirinas”, el juez dio 6′ de adición, iban más de seis, estaba por pitar, pero Wirtz consiguió de la nada un córner y él mismo lo ejecutó, puso un centro magnífico, saltó Stanisic y clavó el increíble empate. A salvo el invicto de 44 partidos, con 38 triunfos y 6 empates. Muy emotivo.

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River-Boca era el plato siguiente, ya estábamos satisfechos, sin embargo era un manjar que no se podía despreciar. Y fue exquisito también. El superclásico, un mote que tiene este enfrentamiento desde hace muchas décadas, antes que ningún otro. Ganaba River apenas comenzado, cuando moría el primer tiempo empató Boca y eso derivó en un segundo período notable, con un ritmo y una intensidad a los que uno nunca pensó que el fútbol llegaría. Pese a la presión de marca, también buen fútbol. Y tratándose de River-Boca, también garra, entrega, roces, nervios, pechazos. Estando 1-1 el arquero boquense Chiquito Romero salvó un gol a lo Superman, en el que la bola entró en un 85 %, pero no toda. Ya habían dado gol, ya había festejado River. Era el 2-1 a su favor. Pero el VAR hizo justicia. No fue. Y Boca se dio un baño de fe. Escaló el campo y logró dos nuevos goles. Sobre el final, en uno de sus porfiados intentos por empatar, River logró el descuento, aunque no tuvo tiempo para más, quedó 3-2. Fue volcánico, pero no hubo incidentes ni peleas ni patadas, solo fútbol.

Cerró la tarde el Madrid 3 - Barcelona 2, otro picante choque de trenes. El Barça necesitaba ganar imperiosamente para achicar la diferencia de 8 puntos que le llevaba el blanco como última posibilidad de levantar un título en la temporada. Dos veces iba en ganancia el cuadro de Xavi, dos veces igualó el merengue en su Bernabéu. La polémica de la tarde fue un gol del Barcelona en el que, dio la impresión, la pelota había ingresado completa, sin embargo el VAR ordenó no convalidarlo. En el minuto 91, en una contra fulminante del Madrid encabezada por Brahim Díaz, la pelota fue a la derecha y volvió al centro del área, los pasó a todos y Bellingham, que apareció fantasmal por izquierda, metió un cañonazo de zurda al segundo palo de Ter Stegen y el Madrid es virtual campeón de España.

Estamos viendo un fútbol fenomenal, en distintas latitudes, ya nadie se adscribe al ultradefensivismo. Es todo furia, ataque y goles. Y es hermoso vivirlo. (O)