Hoy, mirando el cuerpo inerte del deporte guayaquileño, solo queda acudir a la memoria para traer al recuerdo los grandes instantes triunfales que vivimos cuando éramos la primera potencia deportiva de Ecuador y nos miraban con asombro en lo internacional al contar que con sumas insignificantes, con el solo esfuerzo directivo conseguíamos títulos fuera de nuestras fronteras.

Los viejos fanáticos del béisbol de los tiempos del Reed Park y del Yeyo Úraga recordarán hoy un momento supremo de la pelota chica nacional cuando hemos llegado al aniversario sexagésimo de la conquista del cetro sudamericano, en el torneo jugado en enero de 1963 en Buenos Aires. Fue, probablemente, el instante más emotivo de toda la historia de nuestro béisbol por las circunstancias en que se obtuvo el campeonato y porque abría las puertas de la fama internacional a un deporte identificado con los guayaquileños desde los albores del siglo.

Por ello esta columna está dedicada con afecto profundo a esa delegación que nos hizo vivir emociones tan grandes: Juvenal Sáenz Gil, su presidente; los delegados Gustavo Mateus Ayluardo y Jorge Ayala, gran pelotero de antaño; Reinaldo Ramírez Ycaza, coach principal, y su ayudante, el extercera base de Reed Club, Medardo Haro; Gustavo Ramírez Ycaza, umpire, y la pequeña barra que viajó con los jugadores para alentarlos: Carlos Raúl Gimeno, a quien viéramos jugar como jardinero central en el Reed inderrotable; Virgilio Avilés Morán y Nélson Campuzano. Y a quienes derrocharon pundonor y clase en el diamante gaucho: Vicente Maldonado, Raúl Látigo Gutiérrez, Pedro Fuentes, Manuel Mikemo Pérez, Julian Trottman, Francisco Panchón Sánchez, Ricardo Chico Rodríguez, William Luzuriaga, Ernesto Weisson, José Banchón, Freddy Uzcátegui, Eloy Guerrero, Raúl Foyaín, Félix Avilés, Enrique Santos y Francisco de la Torre, algunos de ellos ya fallecidos.

Publicidad

El lanzador ecuatoriano Raúl 'Látigo' Gutiérrez. Foto: Archivo

Las múltiples dificultades económicas para movilizar a la delegación fueron solucionadas por tres deportistas guayaquileños: el presidente de la república Carlos Julio Arosemena Monroy, exfutbolista de Guayaquil Sporting, la selección de la Facultad de Jurisprudencia y del equipo del Banco de Descuento en la Unión Deportiva Comercial; Miguel Salem Dibo, exjugador y expresidente del Barcelona SC, quien fungía de ministro de Obras Públicas, y el gobernador del Guayas, Voltaire Paladines Polo, exfutbolista en su natal El Oro y en Guayaquil, quien dedicó gran parte de su vida al servicio del deporte porteño. Gracias a ellos se consiguió que un bimotor militar condujera a la delegación hasta Buenos Aires.

A la capital de Argentina llegaron el 4 de enero de 1963 para debutar al día siguiente frente a Perú que contaba con un 90% de jugadores japoneses. Con lanzamientos de July Trottman el juego fue reñido hasta el sexto turno en que se destapó la artillería ecuatoriana para colocar 6 carreras frente a 1 de los peruanos. Clarín, periódico bonaerense, señaló el 6 de enero: “Ecuador posee un estilo muy brillante y elegante, parecido al que es común en los países de América Central”.

El 11 de enero Ecuador se midió con Argentina, que nos había ganado 10 carreras contra 9 en el Sudamericano de 1959, adjudicándose el título sudamericano. Gallo Ronco Ramírez utilizó en la lomita al formidable Raúl Látigo Gutiérrez en batería con Pedro Fuentes. Maldonado, Banchón, Uzcátegui y Pérez actuaron en el infield, mientras Guerrero, Rodríguez y Kike Santos patrullaban los jardines.

Publicidad

Cuatro carreras puso Ecuador en el primer turno mientras los gauchos anotaban una. Lo demás fue una blanqueada en los ocho innings restantes. Rodríguez y Sánchez brillaron con el bate al anotar dos jonrones cada uno. El de Panchón fue el primero con las bases llenas. Ramírez y Haro movieron sus hombres con inteligencia. Foyaín fue a batear por Uzcátegui y anotó una vuelta. Trottman sustituyó a Maldonado y metió hit y carrera. Weisson ingresó por Banchón y metió roleta por tercera. Sánchez fue a batear por Santos y metió tremendo jonrón de 400 pies. Avilés suplantó a Weisson y dio hit y vuelta. Fue todo un show del poderoso equipo ecuatoriano que ganó por 20 carreras a 1.

El 12 de enero Ecuador se enfrentó a Chile. Fue un paseo para la novena ecuatoriana que venció a los “rotos” por 20-2. Trottman volvió a la lomita en pareja con Pedro Fuentes. Félix Avilés sustituyó a Banchón en la segunda base mientras la alineación básica se mantenía igual. Lo destacable de este partido, aparte de la contundente victoria, fue la aparición, desde el séptimo episodio, de la batería nacional Luzuriaga-Weisson frente a los bateadores chilenos. Luzuriaga no permitió ni un solo incogible a sus rivales, bien dirigido por Weisson desde la receptoría. Weisson se lució al batear hit por tercera y Luzuriaga, por velocidad, logró convertir en hit un toque de sacrificio. Fue una destacada actuación de los novatos guayaquileños.

Publicidad

El día 15 se jugó la gran final que había sido aplazada por la lluvia. Brasil era bicampeón sudamericano y nos había vencido por 5 a 3 en el Sudamericano de 1959. Todos sus integrantes, menos la madrina, eran japoneses y practicaban un béisbol de excelente factura. Ramírez y Haro pusieron para este partido a Látigo Gutiérrez como lanzador y dieron una gran potencia ofensiva a la novena al poner en el campo y en el line up a Panchón Sánchez y July Trottman.

Hasta el cuarto episodio la lucha entre Látigo y el lanzador brasileño Ogasawara era cerrada. Vino entonces el quinto inning. Panchón se embasó por sencillo y se fue al robo de la segunda base con éxito. Frente al lanzador rival se paró ese gran pelotero que fue Chico Rodríguez. Conectó al primer lanzamiento y la bola se fue de jonrón para poner las dos primeras carreras. Lo demás fue un concierto de mangle en el que se lució alguien a quien recordaremos siempre: Kike Santos. Tres lanzadores usó Brasil pero todo fue inútil ante la potencia ofensiva de Ecuador y el magnífico fildeo defensivo de sus hombres.

Cuando llegó el noveno turno con 10 carreras favorables a Ecuador, el bateador Nakada fue ponchado por Gutiérrez. Samir roleteó por tercera y fue puesto fuera. Buba bateó también por tercera y Uzcátegui aseguró la pelota. Con certero lanzamiento la envió a primera y cayó justa en el guante de Maldonado para poner el tercer out. Todos saltaron al diamante para vivar a Látigo Gutiérrez y agradecer a Gallo Ronco Ramírez y Medardo Haro la excelente conducción. Don Juve Sáenz bajó al festejo y dio la vuelta olímpica llevando a remolque a Gustavo Mateus que no daba más.

El 18 de enero de hace 60 años retornó la delegación nacional a Guayaquil y la recibió una multitud calculada en 20.000 personas para llevar a sus integrantes en alegre desfile por las calles de la ciudad. Nadie ha podido olvidar el momento en que apareció el capitán de la novena, Vicente Maldonado, con la Copa Sudamericana en alto y la besó para entregarla a Voltaire Paladines Polo, mientras una banda del Ejército entonaba ‘Guayaquil de mis amores’.

Publicidad

Fueron bellos instantes que vale recordar cuando hoy vemos pasar cada día el funeral del deporte porteño. (O)