El Cuerpo de Bomberos de Guayaquil tiene 189 años de funcionamiento reconocido por la comunidad. Sin embargo, el llegar a los sitios donde debe prestar auxilio es obstaculizado con frecuencia.
Es un tema del que se debe conversar en sociedad. Cuando se escucha sonar la sirena de una ambulancia o de un vehículo contraincendios, pocos son los conductores que procuran abrir espacio en medio del tráfico para darle paso.
Los estándares internacionales señalan que el tiempo de respuesta a una emergencia de salud es máximo de 8 minutos. Estudios de principios de la presente década anotan que en países en desarrollo la llegada de ambulancias o paramédicos puede tardar entre 20 y 30 minutos.
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La sociedad es responsable de cambiar esta realidad. Si bien desde los servicios de atención se dispone que los vehículos de emergencia estén más cercanos al pedido de auxilio, corresponde a los ciudadanos conductores contribuir para que se minimicen los riesgos por tiempos de llegada. Más vidas pueden salvarse en una población solidaria.
Cada semana en la red social X (antes Twitter), el Cuerpo de Bomberos de Guayaquil publica, entre otras estadísticas, el número de emergencias prehospitalarias atendidas en la ciudad. Del 27 de enero al 2 de febrero fueron 393 y del 3 al 9 de febrero pasados, un total de 361. No son cifras menores. Se debe tomar conciencia de que son vidas las que se juegan cuando se retrasa la llegada de una ambulancia.
Los equipos de primera respuesta con frecuencia reiteran su compromiso de servicio por el bienestar de la comunidad. Desde la otra orilla los conductores tienen la responsabilidad de apoyar al trabajo de bomberos, médicos y paramédicos que se trasladan en ambulancias con prisa.
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No hay justicia cuando se expone a personal de atención de emergencias y pacientes por no detener la marcha de un vehículo que escucha una sirena. Más allá de las leyes, la empatía es un valor que se alimenta por la familia y la escuela para una mejor convivencia. (O)