Para este 23 de mayo la Corte Internacional de Justicia (CIJ) fijó el anuncio de su decisión sobre las medidas cautelares solicitadas por México contra el Ecuador tras la incursión a la Embajada mexicana en Quito para detener al exvicepresidente Jorge Glas la noche del pasado 5 de abril.
¿Cómo se ha manejado la política exterior en los cinco meses de gobierno de Daniel Noboa?
Un reporte de agencias de noticias internacionales registra que el Gobierno mexicano exige a su par ecuatoriano “tomar medidas apropiadas e inmediatas para proporcionar plena protección y seguridad de las instalaciones diplomáticas, su propiedad y archivos, previniendo cualquier forma de intrusión contra ellas”, y que despeje los edificios diplomáticos y la residencia privada de los agentes diplomáticos mexicanos en Ecuador.
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La CIJ escuchó los argumentos de los dos países entre el 30 de abril y el 1 de mayo pasados. Ecuador aclaró que la incursión a la Embajada mexicana fue un acto excepcional. En infinidad de declaraciones ha expuesto el riesgo de fuga y la condición de sentenciado por corrupción de Glas, por lo que –insiste– la figura del asilo otorgado por México no aplica.
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Ante la CIJ, Ecuador puntualizó que ha dado garantías por escrito a México de que cumplirá con su deber de respetar y proteger a su personal y sedes diplomáticas. Es una tradición histórica del país y el pasado viernes 17 de mayo el presidente Daniel Noboa reiteró, durante una entrevista en Europa, que está abierto a restablecer las relaciones diplomáticas, pero ha sido firme en que no cederá a entregar al ex segundo mandatario, que es la única condición de México, según dijo.
La buena relación de los países siempre traerá réditos. Corresponde a la diplomacia buscar la mejor salida a un rompimiento que ha llevado a la discusión en el campo político y judicial a estas naciones.
El respeto por las leyes y la no intervención es parte de los convenios internacionales. La buena voluntad de los pueblos debe pesar para superar cualquier tipo de impase. Por ahora corresponde esperar y confiar en que pronto se pase la página y vuelva la calma. (O)
