Datos de la Fiscalía General del Estado indican que de las 735 noticias de delitos de femicidios que tiene registradas desde que se lo tipificó como delito en el Código Orgánico Integral Penal en 2014, 484 de esas víctimas tenían hijos (605 en total). Incluso 31 estaban embarazadas cuando fueron asesinadas. Otras organizaciones no gubernamentales elevan aún más los números de estos casos.

Aquellos infantes que sobrevivieron a la tragedia de sus madres, con el paso del tiempo, también sufren problemas derivados de estos casos, incluso en sus lugares de estudio.

De acuerdo con especialistas, la primera persona que puede identificar si un niño está viviendo o siendo parte de un círculo violento son los docentes de su escuela, puesto que son con quienes pasa más tiempo en el salón de clases.

Publicidad

Señales como estar retraídos, aislarse, conductas agresivas o ser constantemente víctima de esta, llorar o estar irritable la mayoría del tiempo, evitar contacto con cierto tipo de personas, suelen ser motivo suficiente para pensar que el pequeño debe, al menos, comenzar a visitar a un psicólogo para una charla.

¿Están preparados los docentes para reconocer este tipo de problemas dentro del sistema de educación pública y privada? Es una tarea que maestros e instituciones educativas tienen, pues hacerlo sería de gran ayuda a un menor que está afectado emocionalmente en una etapa en que el cerebro se encuentra en plena maduración. Siempre con el apoyo del Estado, la academia y la sociedad civil que están llamados a aportar con recursos y capacitación.

Es de vital importancia mitigar el impacto negativo que se identifique, empezando por ser más solidarios para que el lugar donde van a aprender sea confortable. Información, preparación y campañas pueden contribuir a ese fin.

Publicidad

El femicidio, lamentablemente, sigue siendo una de las tragedias de nuestra sociedad, que no debe estigmatizar a las víctimas colaterales, sino apoyarlas. (O)