La vida pastoral de monseñor Luis Gerardo Cabrera, arzobispo de Guayaquil, ha sido reconocida por el papa Francisco designándolo cardenal de la Iglesia católica, junto con otros 20 obispos del mundo, entre ellos varios latinoamericanos.
El pontífice aseguró que la elección de estos nuevos cardenales “expresa la universalidad de la Iglesia, que sigue anunciando el amor misericordioso de Dios a todos los hombres de la Tierra”.
De hablar pausado y cauto, pero de actuaciones decididas y firmes, Cabrera no solo que ha trabajado a la luz de su fe por mejorar las condiciones de vida de los más vulnerables, sino que hasta ha buscado la gobernabilidad del país como mediador de dos paros nacionales, en 2019 y 2022.
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¿Quién es monseñor Luis Cabrera, arzobispo de Guayaquil, quien será nuevo cardenal de Ecuador?
Cabrera ha dicho que, más allá de las posturas religiosas o políticas, el diálogo en todas las esferas de la sociedad siempre será el camino a la reconciliación que tanto necesita el país para desarrollarse en paz y en igualdad de condiciones.
La designación de Cabrera, de 68 años, como cardenal, que se oficializará en diciembre, fue tomada con mucha alegría por la Iglesia católica ecuatoriana, a la que pertenecen buena parte de los ecuatorianos. Así el país vuelve a tener un cardenal a los cuatro años. El último fue Raúl Vela, quien murió en el 2020. Antes lo fueron Carlos de la Torre, Pablo Muñoz, Bernardino Echeverría y Antonio González. Cabrera será el sexto cardenal.
Los cardenales tienen, en principio, el rol de ser consejeros del papa. También son los que escogen a uno nuevo en caso de su ausencia definitiva por muerte o retiro. Son elegibles los que tengan hasta 80 años. Ecuador podría aspirar a ello.
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Cabrera, oriundo de Azogues, dijo que acogerá la nueva tarea con mucha paz y humildad. “Sé que no es un honor ni tampoco un reconocimiento de mérito alguno, sino una expresión de cercanía y de confianza del papa Francisco”, agregó.
En medio de los conflictos económicos, políticos y sociales que encara Ecuador, su nombramiento –como dice el Evangelio– es una “buena nueva” esperanzadora. (O)
