Los resultados del referéndum y la consulta popular del 16 de noviembre están dados. Aunque no es lo que esperaba el presidente Daniel Noboa, él lo aceptó y fue más allá: “Nuestro compromiso no cambia; se fortalece. Seguiremos luchando sin descanso por el país que ustedes merecen con las herramientas que tenemos”, dijo.

Con las herramientas de que dispone el Estado, las mismas de cuando fue elegido para dirigir el rumbo del país, cuando asumió el compromiso del que habla. Dispone de ellas, pero también de sus capacidades y más de tres años que quedan a su gobierno en adelante.

Además, dispone de mayoría en la Asamblea Nacional de la que es colegislador y le garantiza gobernabilidad. Que la voluntad popular haya sido por el ‘no’ frena su propósito de una nueva carta constitucional, pero de él y sus colaboradores depende mantener un plan de gestión en favor del país, profundizar en los correctivos que con su respuesta en las urnas le está exigiendo la población.

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Históricamente las consultas populares en Ecuador han sido termómetros de aceptación a una gestión gubernamental. En ese contexto debe tomar el Gobierno el resultado, como una alerta para revisar acciones. Aunque los actores políticos se atribuyan la paternidad del ‘no’, la que decidió fue la ciudadanía tras una campaña pobre, basada en poca información y sin argumentos claros. Este es también un elemento que los partidos políticos tienen la obligación de analizar en el futuro.

El momento actual exige del Gobierno abrir un rango de análisis, impulsar el diálogo social y un acercamiento real con quienes el pasado abril le dieron su confianza con el 56 % de la votación.

El camino no será el que se había trazado, pero la recursividad política y el análisis adecuado son herramientas siempre positivas. Tomar los reveses como una experiencia y seguir caminando para resolver los grandes problemas del país sin duda tendrá un reconocimiento inmediato. La consulta pasó. Ahora hay que seguir trabajando. (O)