El miércoles, mediante Decreto Ejecutivo 251, el presidente designó a sus representantes al Consejo Nacional de Desarrollo. Ya está vigente el Plan Plurianual 2025-2029, ¿qué le toca hacer al Consejo? Cabe que reforme el plan vigente aduciendo la crisis eléctrica y los aranceles de Trump entre otros factores.
El Plan 2025-2029 es un éxito comunicacional y de relaciones públicas, pero pobre en reconocer debilidades y proponer una estrategia para desarrollar la economía. Éxito de relaciones públicas: el plan destaca que “este proceso contó con los aportes de los consejos nacionales para la Igualdad, en los enfoques de género, interculturalidad, movilidad humana, discapacidad, así como los derechos de pueblos y nacionalidades”. Todos los grupos sociales pudieron plantear sus demandas para los servicios. Se elude enfrentar de dónde saldrá el financiamiento.
Fue también un éxito publicitario en exponer las virtudes de la política económica. El capítulo más largo es la revisión de lo acontecido en 2024: se enuncia que se impulsa “un sistema productivo sostenible, diversificado, equitativo, resiliente, que promueve la inversión, la innovación productiva, la competitividad agroindustrial con enfoque climático…”. Pero se elude mencionar que la economía se contrajo en 2 %.
Más que una herramienta publicitaria y de relaciones públicas, un plan es una guía, obligatoria para el sector público e indicativa para el privado, en que se reconozcan deficiencias, se propongan correctivos más allá de enunciados grandilocuentes y se da directivas a la inversión.
En lo eléctrico el plan destaca que el objetivo es “impulsar la soberanía, eficiencia y transición energética para garantizar el acceso universal a la energía”, pero hace la del avestruz respecto a la crisis eléctrica. Pretende que ese acceso universal se lo va a lograr con un crecimiento anual de la oferta eléctrica igual al crecimiento poblacional (1,4 %), todo en energías renovables.
Restringir la nueva generación eléctrica a fuentes renovables es otro éxito de relaciones públicas; los planificadores se ganarán la invitación como conferencistas a innumerables congresos ecologistas. Pero las fuentes de generación renovable dependen de la naturaleza y no son confiables; son solo complementarios. Es indispensable que haya una base fuerte de generación térmica. Y las plantas térmicas de Celec datan de antes de que se inaugure la primera central del Paute, hace 40 años, salvo las novísimas de Progen y Austral que son chatarra.
Al no reconocerse el problema, no sorprende que no se planteen iniciativas radicales. Hoy las autoridades anuncian que no habrá apagones este estiaje. Pero eso se debe a que es un estiaje moderado, tenemos alquilados tres buques generadores, Colombia nos vende energía, y no ampliamos la red de transmisión para incorporar usuarios y acercarnos a la meta de acceso universal.
El plan no considera que las nuevas minas en desarrollo demandarán gran cantidad de energía. Además requerirán terminales mineras en los puertos, carreteras para tráfico pesado desde Morona a los puertos del sur y desde Imbabura a los del norte. El plan no incluye este fuerte desarrollo de infraestructura.
Más que una carta de Navidad a Papá Noel, un plan debe ser la lista de buenos propósitos del Año Nuevo. (O)









