El recordado y entrañable amigo Pancho Huerta, un verdadero patriota que honró su condición de político, dijo una de sus frases lapidarias, refiriéndose a esos políticos (mercaderes de la política) audaces que se creen predestinados para dirigir el país, sin haber hecho ningún esfuerzo para ganarse la voluntad popular: “Esos políticos que aparecen en tiempo de votos y desaparecen en tiempo de botas”, expresando claramente que por conveniencia o cobardía esos políticos de pacotilla desaparecen cuando hay peligro y tienen que arriesgar, incluso su vida, en las luchas por las reivindicaciones sociales o contra las injusticias y corruptelas del capataz de turno; aparecen los seductores, los prestidigitadores, justamente para engañar al pueblo, para ofrecerles el oro y el moro, para obtener el voto y cuando llegan al poder, aprovechan el botín y se olvidan del pueblo.
Ahora, en tiempo de votos, aparecen los candidatos como hongos después de la lluvia, los que no tienen partido o movimiento que les auspicie, no importa, la oferta es grande, hay más de 100 partidos o movimientos para escoger, a la venta o alquiler.
Financiamiento de los partidos
Los mismos que dinamitaron la democracia, corrompieron a la sociedad, amordazaron a la prensa libre, judicializaron la protesta social, encarcelaron a los dirigentes que se oponían al autoritarismo, debilitaron a las Fuerzas Armadas. También cooptaron la justicia, corrompiendo a jueces y fiscales, saquearon impunemente las arcas estatales, pretendieron perennizarse en el poder y organizaron hordas de maleantes para reprimir brutalmente las protestas sociales. En síntesis: sumieron a los pueblos en la más absoluta pobreza, destruyeron la capacidad de reacción y la voluntad de lucha de la sociedad y gobernaron a punta de garrote.
El Foro de Sao Paulo, proclamando el socialismo del siglo XXI, ha sido el medio para llegar a la presidencia y bajo sus directrices cooptar todos los poderes, destruir las Fuerzas Armadas profesionales de un país y crear milicias populares como instrumento de represión a órdenes del dictador y perennizarse en el poder. Los ejemplos más palmarios están a la vista: Bolivia, donde Evo Morales es un político omnipresente y pretende volver a sus andanzas; igual en Nicaragua, con el dictador Ortega y su estrafalaria mujer como vicepresidenta; Cuba, la dictadura perpetua; y qué decir de Venezuela, con el dictador Nicolás Maduro, un émulo del brutal dictador africano Idí Amín.
A propósito, hay que recordar lo que dijo la birmana Aung San Suu Kyi, Premio Nobel de la Paz de 1991, sobre aquellos gobernantes totalitarios que una vez en el poder, pretenden perennizarse: “Lo que verdaderamente los vuelve perversos y corruptos no es el poder absoluto, sino el temor a perderlo”, los mejores ejemplos de estas sabias palabras los tenemos en los países de la región: Venezuela, Cuba y Nicaragua.
El más eficaz antídoto (sustancia que neutraliza los efectos de un veneno), para evitar “el retorno de los brujos”, es hacer un buen gobierno, cumplir con las promesas de campaña, luchar denodadamente contra la corrupción y la impunidad y obrar con honradez y justicia. (O)