Los adolescentes terminando la secundaria o empezando la universidad encontrarán un mundo laboral en que la oportunidad de empleo o de ejercicio profesional está en cambio vertiginoso, con peligros y oportunidades.
Los jóvenes ya lo viven. Un oficio que mucho atrae, al menos dentro de la pequeña muestra a la que tengo acceso, es influencer. Siempre ha existido ese oficio, pero limitado al mundo de los famosos del deporte o espectáculo. Hoy crece exponencialmente.
El mayor desafío es la inteligencia artificial (IA). Sundar Pinchay, el presidente de Alphabet, empresa madre de Google, predice que el impacto de la IA será mayor que toda otra innovación desde el fuego a la electricidad. La IA puede reemplazar trabajos intelectuales como pasó en la generación pasada con empleos de oficina.
Hace una generación jóvenes inteligentes y ambiciosas daban espalda al bachillerato normal seguido por universidad y optaban por secretariado bilingüe. Eran muy cotizadas las secretarias que tomaban dictado en taquigrafía Gregg, tipeaban cartas inmaculadas en máquinas de escribir y manejaban las comunicaciones telefónicas de sus jefes, sabiendo qué llamada pasar y cuál no. Hoy hay muchas menos plazas disponibles para ese oficio; los jefes tipean en computadora o les dictan y las computadoras transcriben y traducen a cualquier idioma. Las mujeres han superado este revés derribando las murallas de la discriminación por género y ocupan cargos antes reservados para los hombres.
Otro empleo perdido recientemente es el de cajeros bancarios. Siguen existiendo, pero menos que antes pues fueron reemplazados por cajeros automáticos, disponibles las 24 horas. Igual sucede con los agentes de viajes. Subsisten para pedidos especiales.
La inteligencia artificial apunta a un escalón más arriba en la complejidad intelectual. Compite en puestos profesionales rutinarios que no requieran creatividad. La demanda de abogados, contadores y otras profesiones afines va a disminuir. No es que se los vaya a reemplazar en totalidad, sino que los mejores, los más creativos, van a poder hacer su trabajo con ayuda de la inteligencia artificial en lugar de colaboradores. Un estudio jurídico no va a necesitar a gran número de abogados para hacer escrituras de aumento de capital o compraventas sencillas. Tampoco para escarbar en un montón de documentos la evidencia que necesitan, o para investigar cómo un juez ha fallado en casos similares. Un contador puede concentrarse en los puntos más complejos en que requiere mucho criterio y dejar el resto a la máquina.
Esta amenaza es también una oportunidad. Facilita a un profesional independiente o una pequeña firma de un par de graduados ofrecer los servicios que hoy proveen los grandes bufetes e inmensas firmas auditoras. De la misma manera como hoy un periodista emprendedor puede montar un medio digital.
Pregunté a ChatGPT quiénes en el mercado laboral salen ganando con IA. Contestó que en la medida que las organizaciones se acoplen con la IA requerirán colaboradores con experticia para trabajar con IA, adaptables y con el talento para tratar con otras personas.
Porque hay situaciones en que los humanos requerimos que nos atienda un humano y no una máquina, que puede tener mucha inteligencia pero carece de corazón. (O)