Considero que el Derecho Penal debe ser revisado y por supuesto las penas correspondientes. No soy penalista, pero tengo una visión de la historia propia de los aficionados a esta disciplina. Desde los lejanos días del arbitrio judicial en que las penas eran aplicadas por los jueces según su criterio, las ciencias penales han pasado de la estrictez del punitur quia pecatum de Carrara hasta el derecho protector del delincuente de Pedro Dorado Montero, y más. Para hurgar en la etiología del delito, se han considerado desde los factores hereditarios, la spinta criminosa de Romagnosi, los factores sociales que son determinantes para la escuela positivista italiana, el delincuente nato de Lombroso y más y cada vez más sugestivas doctrinas. Lo que nos está pasando es que vivimos con miedo por las mafias narcodelictivas, dirigidas por seres crueles que no trepidan en ordenar muerte ejecutada por sicarios (mientras más jóvenes, mejor). No hay factores hereditarios, quizás algo de influencia de los sectores pobres, pero en el fondo existe una perversión acicateada por el afán de riquezas sin medida.

Resiliencia y pragmatismo

Los testarudos hechos nos presentan un país aterrorizado, amenazado, de madres y esposas que temen por sus hijos, por las extorsiones, por las balas perdidas, por los arsenales de bombas explosivas y granadas, metrallas y fusiles de largo alcance. El martes hubo atentados sincronizados en varios lugares del país, quizás organizados desde las cárceles donde los capos viven a sus anchas con todas las comodidades y facilidades para su infame accionar.

Los maestros penalistas deben instruirnos, los legisladores deben examinar la tipificación de los delitos e incrementar las penas. No hay lugar para derechos como el que las penas no pueden ser acumuladas, tampoco cabe la legislación benevolente en favor de los menores adultos porque estos reciben entrenamiento e inducción. Los sicarios matan por paga y no merecen consideraciones humanitarias desde que ellos extinguen la humanidad de las personas.

Una guerra nada indiferente: Ecuador tocando fondo

Hemos respaldado al presidente Noboa. No podemos pedirle milagros porque no es un taumaturgo. Es un joven que tiene las sanas intenciones de ser un buen presidente. La Asamblea tiene mucho que hacer revisando desde la tipología de los delitos y las penas, junto con todo el sistema punitivo del Estado, porque los delincuentes están atacando su esencia, su razón de ser, la democracia.

Descreo que la mente perversa de los jefes mafiosos pueda ser rehabilitada, sin más, porque parece que tienen el mal en el fondo de su alma. Lo que se puede hacer es quitarles la oportunidad de hacer más daño a la sociedad manteniéndolos aislados en cárceles donde reciban un trato humano.

La Fiscalía y la fuerza pública deben ser apoyadas por todos, debemos colaborar con su trabajo. La gente debe ser alentada a perder el miedo y denunciar, informar dónde se esconden los delincuentes. Los jueces deben actuar de oficio sin esperar denuncias, porque ellos mismos tienen miedo al dictar sentencias condenatorias. Debemos todos trabajar para que la paz social vuelva a nuestra sociedad y vivir como seres humanos sin miedo. (O)