Que la Cumbre Iberoamericana que tuvo lugar en Cuenca hace pocos días fue un desastre, es algo indiscutible; que dejó por los suelos el nombre del Ecuador, es una realidad. Para ascender del hoyo en el que hemos caído, hace falta que el Gobierno, que fue el organizador, tenga conciencia de los errores cometidos y procure corregirlos. Sin que el Gobierno comprenda y acepte sus errores, todo esfuerzo será en vano por el tiempo de su administración. Nos referimos a los de fondo, a los evidentes, y que han sido señalados por reconocidos entendidos en la materia. Tanto este asunto, como el otro, el de la destitución de la vicepresidenta Verónica Abad, que enturbiaron la cumbre, tienen una tremenda incidencia en la política interna, en la de elecciones, y será muy difícil encontrar una solución de consenso.

El bien común

El primero, la invasión a la Embajada de México, con el macabro espectáculo de policías escalando las paredes, empujando al diplomático jefe de misión, violando todas las normas internacionales seculares, consagradas luego en la Convención de Viena. Esto fue condenado por todos los Gobiernos de América, con la sola abstención de El Salvador. ¿El Gobierno ecuatoriano esperaba, realmente, que después de haberlo condenado, los presidentes de América hubiesen concurrido a la cumbre de Cuenca? Estas cumbres se preparan con gran tiempo de anticipación, los funcionarios de protocolo consultan a los invitados si aceptan la invitación, si van a concurrir personalmente. Por tanto, la canciller Gabriela Sommerfeld debió estar informada, debidamente, de que los presidentes de América no concurrirían, con un par de excepciones de quienes estaban indecisos y que, al final, no vinieron. Esta materia, la de invasión a la Embajada de México, en su demanda y contrademanda, está para resolución de la Corte Internacional de Justicia y una pronta decisión podría disminuir las tensiones entre los dos países y atender cosas vitales como la del ingreso a la Alianza para el Pacífico, que nos abriría las puertas para el Asia. Ecuador podría invitar a México para, conjuntamente, presionar a la Corte Internacional de Justicia para un pronto despacho de las dos causas, comprometiéndose a ejecutar sus sentencias de inmediato.

Menos de la mitad de los mandatarios convocados asistirían a la XXIX Cumbre Iberoamericana en Cuenca

La canciller Sommerfeld se saboteó a sí misma, a la Cumbre Iberoamericana de Cuenca, con la destitución de la vicepresidenta, en la que ella y la ministra del Trabajo, Ivonne Núñez, provistas de sendas palas, se pusieron a cavar la tumba de la funcionaria Abad, quien solo puede ser juzgada y destituida por la Asamblea Nacional, por las causales establecidas en la Constitución del Ecuador y previo informe de la Corte Constitucional. Lo que ha nombrado el presidente es una usurpadora de la Vicepresidencia de la República, que se ha hecho acreedora a graves sanciones legales. Y en mitad de la cumbre de Cuenca, llegó la condena a la destitución de la vicepresidenta por parte de la Asociación de Expresidentes Iberoamericanos, instando al secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA) a hacer el seguimiento de la cuestión y a ejercer, según sea el caso, las competencias que al efecto le fija la carta democrática. (O)