La universalidad de la Iglesia tiene el sello personal del papa Francisco: la periferia. El próximo 8 de diciembre, se crearán 21 nuevos cardenales que se integran al Colegio Cardenalicio, en el que se apoya el sumo pontífice para gobernar la Iglesia católica, y al mismo tiempo alinea las fuerzas del poder, dentro de la institución, para formar el cónclave que reúne a los cardenales electores ante una eventual sucesión papal.

Estos 21 cardenales que creará el papa tienen una procedencia geográfica muy diversa, aunque afines a la línea de la pobreza pastoral. Latinoamérica tendrá cinco nuevos purpurados de Argentina, Brasil, Chile, Ecuador y Perú; con trayectorias y especialidades en filosofía, teología moral, bioética, juventud y migración; que, junto a representantes de Argelia, Filipinas, Serbia, Costa de Marfil, Indonesia, Irán, Lituania y Ucrania se sumarán al décimo Consistorio del sumo pontífice con una cifra récord de cardenales: 256 miembros, de los cuales 141 tienen derecho a voto.

De esta manera, la representación mundial de la Iglesia católica concentra a: Europa con 55 cardenales, Asia con 26, América Latina con 24, África con 18, Norteamérica con 14 y Oceanía con 4 cardenales; que a la vez representan dos corrientes políticas: la conservadora que es doctrinal y la progresista que es pastoral.

De los 141 cardenales con derecho a voto, 111 han sido creados por el papa Francisco, lo cual refleja que el Colegio Cardenalicio es cada vez más “bergogliano”; de ahí que la esencia de su gobierno esté determinada por tres grandes inspiraciones espirituales: la encíclica de 2013, Lumen Fidei: la luz de la fe, donde sostiene que la fe es la luz que ilumina toda la existencia humana y su impulso transformador; la encíclica de 2015, Laudato Si’: alabado seas, sobre el cuidado de la casa común, cuyo enfoque principal es la responsabilidad de la protección de la naturaleza, la justicia social y el bienestar humano, haciendo un llamado a un cambio cultural, económico y espiritual, y la encíclica de 2020, Fratelli Tutti: hermanos todos, donde aboga por la fraternidad universal e insta a la humanidad a superar las divisiones para construir un mundo más justo y solidario a través del diálogo y la cooperación para la paz. El papa Francisco hace especial énfasis en el diálogo interreligioso, promoviendo el respeto por las diferencias y la diversidad religiosa para superar el odio, la violencia y el extremismo.

Bergoglio ha buscado democratizar y diversificar el Colegio Cardenalicio subrayando que los cardenales no son figuras de poder sino servidores del pueblo, que representan una posición más pastoral que doctrinal, para llevar a la Iglesia hacia una institución cada vez más abierta, menos vertical, más periférica. Para el papa, las periferias más hondas de la existencia justifican el espíritu reformador de la Iglesia, que busca afianzar una cultura de solidaridad en contraste con la globalización de la indiferencia.

La presencia de Ecuador en el Colegio Cardenalicio fortalece nuestro vínculo con la humanidad, constituye un símbolo de fraternidad y un compromiso con la Iglesia universal. (O)